DE BURRAS Y DE MOTOS
Hay que saber venderse. Es cierto. ¡Cuántas buenas ideas se han desarrollado, cuántos buenos proyectos que, por falta de pericia para hacerlas llegar como apetecibles a los demás, se han quedado ahí...!
Ahora bien, ¿sabes lo que pasa cuando te hacen un gran regalo, elegante y llamativamente envuelto, deshaces su lazo brillante (¡qué emoción!), casi arrancas el papel de colores tan perfectamente plegado sobre la gran caja (¡qué expectación!) y lo que acabas encontrando dentro no está a la altura de la apariencia, de lo que anunciaba? Lo que pasa se llama decepción, un pluf, "vender la burra".
Como docente, por ejemplo, no es eso lo que deseo transmitir a mis alumnos. Deben presentar bien sus trabajos pero es muy importante asimismo el contenido y calidad del trabajo en sí. Hay que saber vender la moto, sí, pero que funcione al menos.
El curso pasado me vi envuelto en el fomento de mucho papeleo que me hubiera gustado que se hubiese materializado en realidades, en verdades, y con buen ánimo. Todo se torció por motivos varios. A mí no me merece la pena verme envuelto en proyectos bien envueltos, valga la redundancia, que a la postre no llevan a ningún lado y son un fiasco, por falta de base, por falta de verdad.
En Educación se están dispersando esfuerzos, y al final lo pagamos todos. Por una parte, el "papeleo", que quita tiempo para lo realmente importante (preparar las clases, corregir, investigar, formarse) aunque, por otro lado, creo que en cierto modo nosotros mismos, los docentes, somos los que transformamos una tarea impuesta en mera burocracia, desde el momento en que pretendemos "quitarnos de encima" aquello que consideramos papeleo inútil sin reflexionar antes en que, tal vez, si proyectásemos la energía en hacer realidad lo que escribimos en los informes, nos agradaría un poquito más redactarlos. Si, verdaderamente, por ejemplo, busco maneras para que un alumno con adaptaciones no significativas progrese desde su punto de partida, la redacción de ese informe estará lleno de nuestra verdad, será reflejo de un trabajo que, por otro lado, en muchos casos ya se hacía sin necesidad de informar a nadie por escrito.
La autocomplacencia tiene el mismo efecto que la crítica descarnada. Suelen ser injustas tanto una como otra y no traen demasiados buenos frutos a la postre. El curso pasado, y el anterior, asistí atónito (o no tanto) a la queja continua y con poca base de algunos que saltaban a la mínima con un desaforado y sobreactuado ¡uy, uy, uy!, ¡qué desastre!, ¡esto es increíble!, ¡a dónde vamos a llegar! Hombre, si buscas defectos, los vas a encontrar, claro. Estos mismos son los que ahora continúan con la misma estrategia un tanto burda, pero al contrario. A la mínima, a veces una excusa cogidita con alfileres, y ¡qué bien!, ¡qué maravilla!, ¡qué bueno! Esto se llama propaganda. La exageración sale por los cuatro costados. Es pura consigna. No te dejes engañar.
En un artículo autocensurado en este blog venía a decir: "Ya veréis como al final nos quieren vender que todo ha sido un éxito", refiriéndome a un reciente evento. Y, efectivamente, así ha sido. Una vez más, nos venden como un superéxito una actividad novedosa, que se ha hecho por primera vez, que muy bien de manera relativa. Si no hay autocrítica, análisis de puntos de mejora e insistencia por el contenido, eso es envoltorio.
Un Plan Lingüístico, un CIL, un trabajo en Competencias Básicas, un proyecto en lo que sea, educativo o no: ¡qué bueno si pudiéramos decir "lo hacemos, lo tenemos", y presentar en Internet y a todos por muchos medios lo bien que lo hacemos, lo nuevo que hacemos, y luego dar cuenta de los resultados! Sería genial que estuviéramos en disposición de decir que lo hacemos, si realmente lo hacemos, y lo hacemos convencidos, y de verdad, y en serio, y podemos dar cuenta luego de sus frutos. Porque por más que quieras envolver bien un mal regalo, al final lo que aparece es lo que hay. Así que, tal vez, deberíamos concentrarnos en que realmente hagamos lo que decimos que vamos a hacer. En el poco a poco, en el de verdad. El camino difícil, el largo, no el atajo. ¿O no es eso lo que les decimos a los alumnos que hay que hacer?
En Secundaria, algunas de estas cosas pueden ser cruciales. Por ejemplo, un Plan de Autoprotección, que es algo serio. El reparto de Optativas. La creación de grupos homogéneos o heterogéneos (el bilingüismo puede dar lugar ello). Los desdobles. Los apoyos. Las tutorías. El Programa de Diversificación Curricular. ¿También nos venderán la burra?
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: Photo Pin ( http://photopin.com/ )
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