sábado, 22 de diciembre de 2018

Pétalo en lenta caída...



LA PAZ EIRENE

Este es el primer pétalo, blanco con sugerencia rosada, que cae, movida por un aire suave. Es un poema en prosa de Shalom: 

Tumbada, tirada, ¿dormida? Me encuentro recostada en la arena fina, suave, pegajosa y molesta. El mar a lo lejos. Hermoso. Al fondo solo un infinito recorre una delgada línea que une el cielo y el abismo ahogado, perdido y lindo. Llueve, el cielo llora, triste, me cubro de sus lágrimas y dejo que me limpie del terror y dolor. Limpia, en paz, por fin descanso.





Mi observación de la trayectoria de este pétalo tan bello es el siguiente (perdonadme mi torpeza, no he encontrado palabras mejores):

La profundidad de lo que era e iba a ser ha sido inundada: no volverá a verse su hermosura, su brillo, queda todo sepultado. Sobre este mar guardián y destructor a un tiempo, se extiende el cielo. Y el cielo no se puede inundar. Está sobre nosotros como una expectativa de futuro y en él habita lo inconmovible, lo verdaderamente real. Y ella lo ve, aun tumbada, tal vez dormida, porque ella misma es el firmamento.
     Tal vez sin saberlo.

     Se echa sobre la arena de la playa. Esto siempre es agradable. El tacto de la arena es agradable, es fina, es suave; se transforma, no obstante, sin darse uno cuenta en pegajosa, te embadurna transformada en barro. Está uno así, tranquilo, y de repente siente una molesta suciedad. Esta no se cae por sí misma, no se aparta de ella, forma parte de ella agarrada a su epidermis. A lo lejos, se oye el mar. Un mar en lejanía de belleza insondable, inexpresable, hipnótico.
     Hasta que el llanto quiere venir. Viene al fin, al cielo no le ha sido indiferente este firmamento de carne embadurnada, sufriente y silenciosa. Y rompe. También silencioso al principio. Se derrama sobre ella y queda limpia. El mar suena de fondo, sigue haciéndolo, con un paraíso en su profundidad que ya no volverá. Pero a él también va toda esa arena que estaba sobre ella. Y aparece en el firmamento la eirene, la paz de la limpieza necesaria.


     Rocío Rodríguez Sánchez también lo observó. Su visión del texto queda plasmada en un minicómic de dos páginas, esta es la segunda:




Texto poético: Shalom
Minicómic basado en este texto: Rocío Rodríguez Sánchez
Texto de la entrada y comentario al poema: José Alfonso Bolaños Luque



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