martes, 30 de junio de 2015

Mi discurso de graduación de los alumnos de 4º ESO del IES Alminar, curso 2014-2015

UN CURSO SUPERLATIVO


El pasado lunes 29 de junio se celebró en la Casa de la Cultura de Bollullos de la Mitación el Acto de Graduación de los alumnos de 4º ESO del IES Alminar, donde estoy como profesor desde este mi primer curso 2014-2015. Como he sido tutor de 4º A, me tocaba estar en la mesa y dar un breve discurso de unos cinco minutos como máximo. Se trata de una breve alocución que fue tomando forma durante la semana anterior, pero que al mismo tiempo casi sale sola, pues las ideas que perfilo aquí las creo, y las quería transmitir, y los guiños, que solo mis alumnos (casi todos los de 4º con Lengua y Latín) podrán entender en su totalidad, tienen su base en experiencias dentro del aula. Una promoción, para mí, muy buena, curiosa en sus dos principales sentidos y a los que deseo lo mejor.

    Como el tal discurso ha gustado mucho, lo transcribo aquí, como prometí el lunes.

        



Queridísimos alumnos o, para los que me llamáis MAGISTER, carissimi discipuli:

     Hay un triste aforismo, que no por triste deja de ser menos cierto, que dice así: Lo que natura no da, Salamanca no presta. Esta sentencia tan contundente podría dejar desolado a un docente entregado de no ser porque esconde, en una lectura más sutil, una verdad más esperanzadora. Pues con ser verdad lo que expresa, encierra implícitamente otra verdad: la naturaleza ha puesto en tus manos unos dones, te ha dotado de un paquete de capacidades que solo tú, si quieres, puedes abrir y desarrollar. Efectivamente, la educación reglada, la escuela, no puede darte las capacidades que no tienes, pero puede ayudarte a descubrir cuáles son las que tú posees. Ese es el auténtico éxito, y yo te animo desde aquí a que triunfes. Tener éxito no es sacar un sobresaliente en Lengua o aprobar la Física, lo cual está muy bien, sino descubrir lo bueno que puedes hacer (tus capacidades) y desarrollarlas (transformarlas en competencias), es decir, convertirte en capaz y competente o, dicho en tu propio lenguaje, evolucionar a mejor como un Pokémon. Si tienes la capacidad de llegar a ser un neurocirujano de alto nivel, todos necesitamos que seas un neurocirujano de alto nivel. Si tienes la capacidad de llegar a ser un buen enfermero, todos necesitamos que seas un buen enfermero. Necesitamos cocineros. Necesitamos informáticos. Necesitamos maestros. Necesitamos arquitectos. Necesitamos mecánicos. Y, sobre todo, necesitamos que seas una buena persona, completamente realizada, que seas un buen ciudadano y, llegado el caso, que seas un buen padre o madre, como lo son los tuyos. Ese es el verdadero éxito. Y quiero que lo consigas. 
      No solo os deseo éxito, sino también, y me vais a perdonar, que tengáis buenos fracasos. Porque, chicos, siento decíroslo, pero vais a tener fracasos, y esos fracasos os van a enseñar más que cualquier otro método, si no os dejáis hundir. Ya te anticipo que te van a dar palos y también que tú vas a dar golpes a otros que te harán más daño a ti que a ellos. Fórjate un carácter para levantarte cuando caes y aprender de estos sinsabores. Así es como evolucionamos las personas. Pues, por suerte, no somos Pokémon.


     Habéis aprendido mucha Literatura en mis clases y sabéis muchas figuras retóricas. La que os aconsejo que cumpláis a partir de ahora es la paradoja, en concreto las siguientes:

      Sé humilde con la cabeza alta.
       
      Sé amablemente serio.

      Sé responsable y al mismo tiempo aprende a tener sentido del humor, que es signo de inteligencia.

     Y cuando escribas esto, ponle tilde a , que es del verbo SER, verbo copulativo.

     Pero no habéis sido vosotros los únicos que habéis aprendido Lengua conmigo, sino que yo también la he aprendido con vosotros. Vosotros me habéis enseñado el verdadero sentido de swag, la diferencia capital entre perreo y tranquileo, y, antes de que yo os enseñara que el superlativo de bueno es óptimo, vosotros ya me habíais enseñado a mí que el superlativo de perfe es flama.
     Y os tengo que agradecer muchas cosas, no solo estas lecciones de Lengua. Gracias por haberme hecho entender que hay que animar al San Martín aunque quede el último (algo que no me ha resultado muy difícil, ya sabéis que soy del Betis). Gracias por haberme comprendido cuando me veíais más agobiado que un hipopótamo en una piscina de bolas y más preocupado que un gremlin en Santiago de Compostela. Gracias por felicitarme mi cumpleaños al menos una vez al mes y conseguir así que pueda jubilarme el año que viene. Y gracias, muchísimas gracias, por hacerme sentir importante en Bollullos, aunque no lo sea; si dejamos de lado el físico y el sueldo, me habéis puesto a la altura, por lo menos, de Cristiano Ronaldo. Y ahora en serio: muchas gracias por honrarme con vuestro cariño y con vuestro sincero respeto y complicidad.



     Voy a terminar mi discurso con vuestro segundo tema favorito: la comida. Si me lo permitís, os voy a recomendar un último menú, a ver si os apetece:


ENTRANTES

Plato variado de ilusión cinco jotas y confianza.

PRIMER PLATO

Sopeao de esfuerzo, constancia y buen hacer, buscando sin disimulos la excelencia.

SORBETE DE BUENOS RATOS Y COMPAÑERISMO

SEGUNDO PLATO


Volaván de humilde autoestima alta, conocimientos y habilidades, con la mejor salsa del mundo, según Cervantes: el hambre, en este caso, hambre de saber, de saber hacer y de crecer.

POSTRE

Y de postre, ya lo sabéis, una buena cuña de chocolate.

     Gracias de nuevo por este curso.

     Cuidaos mucho.

     Y ya sabéis: hoy, nada de tranquileo, y a pasarlo flama.



Texto e imágenes: José Alfonso Bolaños Luque

viernes, 12 de junio de 2015

Colores

                          

MATICES, PEQUEÑOS DETALLES, COLORES. 
UTILIDAD, EVOCACIÓN Y PLACER ESTÉTICO.





Hay pequeños detalles que producen en mí intensas emociones. Son capaces de evocarme, durante un instante, sensaciones y sentimientos que forman parte de mis recuerdos. De algún día particular de mi infancia, o de una bendita rutina ya pasada. 


Por ejemplo, este otoño una ráfaga de aire trajo a mi olfato el aroma de un sauce cercano. Ese olor me transportó, de inmediato, a pequeños momentos inconexos de mi niñez y me trajo un buen montón de imágenes del Bloque 43, donde estaba mi casa, con dos grandes sauces enfrente, entre los que jugué en multitud de veces, que contemplé otras tantas desde la ventana de mi salón en días soleados y en días de lluvia. Pero, más allá de imágenes, me devuelve estados mentales: sensaciones y formas de estar, vibraciones, de otra época que ya no volverán. Se trata de una sensación agradable, tranquila y espectacular al mismo tiempo, sorprendente, tranquilizadora e inconfesable. Ni siquiera ahora soy capaz de explicarme.



      

    Yo siempre he sido más de mirar al suelo que a mi alrededor, de apurar el pequeño trago más que de beber copa tras copa, de recrearme una y otra vez en tres o cuatro aspectos de mi vida que en ensancharla, de valorar pequeños detalles por encima de la totalidad. Digo esto tanto para lo bueno como para lo malo. De pequeño, me entusiasmaba encontrar piedras de diferente matiz, observaba insectos. Me colma más un poema que una novela. Hace un tiempo me di cuenta de la belleza de las pequeñas florecillas en las que apenas nadie se fija, esas que nunca se venderán en una floristería.

       

                

    Muchos alumnos me preguntan por qué llevo tantos bolígrafos y rotuladores de diversos colores. ¡Me encantan! Y los uso. Siempre me han llamado la atención. Esta costumbre se potenció al hacer Selectividad, pues mi profesor de clases particulares me recomendó que figuras y diagramas las hiciera en diversos colores para darle un respiro visual al corrector. Así que os podéis imaginar el colorido de la mesa de madera noble sobre la que se arrastraba un objeto (la pinté hasta con cajón) y el colorido de los vectores de movimiento y su posterior caída libre en Física, o del interior de una célula en Biología.

   
 Ahora, cuando estudio Psicología, me gusta usar el morado porque es el color representativo de esta carrera, al igual que usaba el celeste en Filología. Tenía el violeta normal y el otro más tipo rosa, el magenta. Así que, cuando encontré el violeta claro, ¡no dudé en comprarlo! ¡Y en usarlo! Cuál sería mi sorpresa cuando encontré una florecilla de esas que, como yo, combina esos tres tipos de púrpura.



       
    
    Además, antes un libro de técnicas de estudio me recomendó usar varios colores para subrayar temas. Así que, con los años he creado un sistema muy complejo de subrayado que me permite estudiar por capas. Títulos y epígrafes: Morado, celeste y rosa, por ese orden de importancia. Cuerpo de texto: Amarillo y rojo: Definiciones y afirmaciones de importancia; naranja: características y desarrollos; verde: importante pero menos que los otros. Y me reservo el azul oscuro y el verde azulado para otras contingencias.

       

     Lole ya lo decía, y Triana también "¡Todo es de color!"



 






 Texto e imágenes: José Alfonso Bolaños Luque