ALGUNAS REFLEXIONES Y MEDITACIONES A RAÍZ DE LA LECTURA DEL DIÁLOGO DE LAS COSAS ACAECIDAS EN ROMA, DE ALFONSO DE VALDÉS
Preámbulo
*
Hace cosa de tres o cuatro veranos, más o menos, me encontraba leyendo en el hotel donde pasábamos las vacaciones el libro de Alfonso de Valdés Diálogo de las cosas acaecidas en Roma. El porqué de la elección de ese libro venía por mi interés por su hermano Juan de Valdés, y su adscripción a la Reforma Protestante de manera tan vívida y personal. Sabía que Alfonso, secretario del Emperador, no dejó jamás de ser católico, aunque erasmista (no sé si ese aunque es apropiado, tal vez sería más propio haber dicho además de erasmista). También porque el profesor Piñero, en 4º de carrera, dejó en mí ese poso dulce de interés por la prosa renacentista.
El caso es que ahí estaba yo, con la edición de Rosa Navarro Durán en Cátedra (4ª ed., de 2001), entre piscina, playa, minidisco y demás, leyendo a trompicones y salpicaduras el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma. Y cuando lo acabé, me propuse a mí mismo que debía introducir un artículo de blog acerca de él, por las diferentes reflexiones que en mí habían suscitado.
Más allá de poner en valor el libro en sí, de exponer mis impresiones como lector, las reflexiones se escapan por otros lugares más personales o más marginales. Debía hablar, en primer lugar, de la chocante semejanza que se da entre la falta de coherencia de la religión externa de los españoles del XVI y el verdadero cristianismo, y esto resaltado por el secretario de Carlos I, que jamás dejó de ser católico-romano, con esa misma actitud en la actualidad, no solamente entre religión externa-creencia sincera, sino asimismo mezclado todo con tradiciones que han perdido el sentido (y ese sentido a nadie le importa realmente), el todo vale y el relativismo algo buenista y bastante superficial de hoy, salpimentado con un poco de sincretismo, también un tanto superficial. Este maravillarse es constante en el tiempo: Alfonso de Valdés en el XVI, entre otros; Cervantes en varias de sus obras; los ilustrados; ... y hasta ahora.
Tenía también esta obra un montón de ejemplos de
diversas figuras literarias, en prosa y, aunque del XVI, muy comprensibles y aprovechables para lectores del siglo XXI, incluidos los alumnos de Secundaria, y que la propia editora no cesa de remarcar en notas al pie. Estos ejemplos no solo iban a formar parte de esa macroentrada de blog, sino que debían ser aprovechados en otros lugares, especialmente para mis clases de Instituto y las presentaciones en Power Point o Impress acerca de las figuras del lenguaje que, en breve, sacaré a la luz (hasta ahora, tan solo está publicada la de los tropos).
Y por último, en ese momento una extraña concomitancia se estaba dando, y hacía mella en mi ánimo. Las terribles imágenes del saqueo de Roma que aparecen en este libro son un estremecedor ejemplo de los horrores de la guerra. Así ha sido y así es el ser humano. No tiene nada que ver con la época en que se viva, ni con la cultura. Igual de aberrantes y muy parecidas son estas escenas del saqueo de Roma con descripciones mucho más antiguas de acciones inhumanas de guerra. Por aquel entonces, además de a Valdés, leía al profeta Jeremías, y su descripción del asedio a Jerusalén era aún más viva, más terrible (por cercano), más intensa. Y la conexión no solo era clara entre el asedio a Jerusalén de la época de Jeremías y el saqueo de Roma de la época de Valdés, sino que asimismo el paralelismo continuaba en ese verano en el mundo actual: Siria ponía cada día imágenes y descripciones de la atrocidad y el asolamiento, y era tan igual, en actos y sentimientos, a los dos anteriores ...
Ese verano pasó y el proyecto de artículo ni siquiera se llevó a cabo, aunque ha estado en mi mente todos estos años. No lo he puesto en pie por muchos motivos, pero uno muy importante era que necesitaba tiempo, concentración e ideas claras para realizar unas reflexiones tan diversas y tan profundas, y conectarlas. El libro no lo he vuelto a leer, pero la guerra de Siria continuó. Hubo un lapso en que los medios de comunicación se cansaron un poco de hablar de una Guerra Civil interminable y cruel. Hasta hace poco, que aparece el mal llamado Estado Islámico y aparecen a su vez por Europa los primeros refugiados. La idea de mi escrito, latente todo este tiempo, resurgió, y estoy en ello. Pero, claro, necesito repasar el libro, releerlo, remirar mis notas a lápiz allí dejadas, informarme un poco más sobre el conflicto sirio, volver a Jeremías y a las Lamentaciones.
Además, por el camino se me cruza un sencillo y reconfortante artículo de Anabel Fernández Ortiz ("La Biblia y Alfonso de Valdés", en Literatura: Una perspectiva cristiana, de Editorial Andamio, el número IV de 1995 de los cuadernos de GBU), y se añade a mis propósitos arriba señalados comenzar un nuevo blog, aún más personal que este por cuanto intentaré allí dar cauce a la expresión de mi fe cristiana, para los lectores que quisieran estar interesados, que imagino que no serán todos los que se interesan por este como de aquellos no les gustará a todos este mi Manojitos de Mirra. En todo caso, en ambos serán todos bienvenidos, si me tienen paciencia.
He querido dejar este Preámbulo aquí como una forma de obligarme a realizar en breve estas reflexiones y como manera de dejar constancia de una idea que llevo encima desde hace varios años, en los que por desgracia sobre desgracia, continúa la extenuante e inhumana guerra en Siria, que tanto impacto me ha producido desde que empezó. Ojalá acabe pronto.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: photopin.com
diversas figuras literarias, en prosa y, aunque del XVI, muy comprensibles y aprovechables para lectores del siglo XXI, incluidos los alumnos de Secundaria, y que la propia editora no cesa de remarcar en notas al pie. Estos ejemplos no solo iban a formar parte de esa macroentrada de blog, sino que debían ser aprovechados en otros lugares, especialmente para mis clases de Instituto y las presentaciones en Power Point o Impress acerca de las figuras del lenguaje que, en breve, sacaré a la luz (hasta ahora, tan solo está publicada la de los tropos).
Y por último, en ese momento una extraña concomitancia se estaba dando, y hacía mella en mi ánimo. Las terribles imágenes del saqueo de Roma que aparecen en este libro son un estremecedor ejemplo de los horrores de la guerra. Así ha sido y así es el ser humano. No tiene nada que ver con la época en que se viva, ni con la cultura. Igual de aberrantes y muy parecidas son estas escenas del saqueo de Roma con descripciones mucho más antiguas de acciones inhumanas de guerra. Por aquel entonces, además de a Valdés, leía al profeta Jeremías, y su descripción del asedio a Jerusalén era aún más viva, más terrible (por cercano), más intensa. Y la conexión no solo era clara entre el asedio a Jerusalén de la época de Jeremías y el saqueo de Roma de la época de Valdés, sino que asimismo el paralelismo continuaba en ese verano en el mundo actual: Siria ponía cada día imágenes y descripciones de la atrocidad y el asolamiento, y era tan igual, en actos y sentimientos, a los dos anteriores ...
Además, por el camino se me cruza un sencillo y reconfortante artículo de Anabel Fernández Ortiz ("La Biblia y Alfonso de Valdés", en Literatura: Una perspectiva cristiana, de Editorial Andamio, el número IV de 1995 de los cuadernos de GBU), y se añade a mis propósitos arriba señalados comenzar un nuevo blog, aún más personal que este por cuanto intentaré allí dar cauce a la expresión de mi fe cristiana, para los lectores que quisieran estar interesados, que imagino que no serán todos los que se interesan por este como de aquellos no les gustará a todos este mi Manojitos de Mirra. En todo caso, en ambos serán todos bienvenidos, si me tienen paciencia.
He querido dejar este Preámbulo aquí como una forma de obligarme a realizar en breve estas reflexiones y como manera de dejar constancia de una idea que llevo encima desde hace varios años, en los que por desgracia sobre desgracia, continúa la extenuante e inhumana guerra en Siria, que tanto impacto me ha producido desde que empezó. Ojalá acabe pronto.
Imágenes: photopin.com