sábado, 26 de abril de 2014

Tipos de "que" en dos sonetos de Juan Ramón Jiménez

                                     

SONETOS XLI Y XLVII:

¡AMOR...! Y HIERRO


No sabía que mi relectura de los Sonetos espirituales de Juan Ramón fuera a darme para tanto en este blog. Pero me ha sido imposible evitar darme cuenta de determinados usos de la conjunción que en dos poemas de esta obra, habida cuenta de que hacía poco que introduje aquí un artículo con los tipos de que.
    Así que, para que sirva de ejemplo culto (y tan culto: literario, lírico, sonetos, Juan Ramón) de algunos usos de que que suelen atribuirse a un uso más coloquial, lo comento ahora.


Soneto XLVII

HIERRO

Vi el roble castigado que, al constante
tornar de la sencilla primavera,
doraba la oquedad de su madera
con su tranquilo corazón fragante.

De hierro era el retoñar pujante
entre la paz de la estación primera;
parecía que el árbol devolviera
al cielo el hacha en ramo fulgurante.

Recordé el hacha que con tajo frío
abrió mi corazón, roble robusto,
primavera de oro y de consuelo.

¡Que mis brazos, verdor del pecho mío,
se levantaron solos, en augusto
poder, vibrando luz, al vasto cielo!

     En este poema aparece por dos veces el pronombre relativo que (primer cuarteto y primer terceto) y asimismo una conjunción que completiva en el segundo cuarteto. Pero el que nos llama la atención es el que inicia el segundo terceto, una exclamación y, por tanto, una expresión cargada de emotividad.
     Al no aparecer el verbo principal en subjuntivo, sino en indicativo (se levantaron), podemos pensar que se trata de un que expletivo. Si bien, si lo consideramos vinculado al Recordé del inicio del terceto anterior, se trataría de un que completivo. Que, en todo caso, no deja de introducir cierto valor emocional en la oración que introduce.

                         
    
      El segundo soneto que nos llama la atención es este:

Soneto XLI
¡AMOR...!

De tanto caminar por los alcores
agrios de mi vivir cansado y lento,
mi desencadenado pie sangriento
no gusta ya de ir entre las flores.

¡Qué bien se casan estos campeadores,
el pie que vence y el entendimiento!
El recio corazón, ¡con qué contento
piensa en mayo, brotado de dolores!

Es ya el otoño, y en el yermo y puro
sendero de mi vida sin fragancia,
la hoja seca me dora la cabeza...

¡Amor! ¡Amor! ¡Que abril se torna octubre!
¡Que no cojo al verano su abundancia!
¡Que encuentro ya divina mi tristeza!
               
     En el segundo cuarteto aparece un que relativo. Pero lo realmente interesante como medio de expresión de subjetividad y emotividad son los tres que expletivo que aparecen en el último terceto. Si bien ese ¡Amor! ¡Amor! anterior, al que se dirige el poeta, es decir, son vocativos, pueden hacernos considerar que se traten de que completivos, del tipo: Amor, fíjate que ..., te digo que ...

Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com

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