sábado, 12 de abril de 2014

Uso de vocabulario

                           

VOCABLOS Y GIROS INFRECUENTES, EXQUISITOS, ELEGANTES O AUDACES


 
A cuento del empeño de Artur Mas por celebrar un referendo en Cataluña, se ha extendido por los medios de comunicación estos días lo que le dijo Ortega y Gasset a Azaña: "Con los catalanes, conllevémonos". Llama la atención el uso de este verbo, pues suele usarse en infinitivo y poco más. Su uso conjugado es aquí casi una figura retórica, un uso del lenguaje, en este caso de vocabulario, exquisito y, por tanto, elegante y efectivo. Esto me recuerda a su vez el uso del verbo fruir conjugado, tan parecido a fluir, que usé el año pasado, aunque mi intención no era que destacase por su elegancia ("Que fluya y que fruya", decía yo). Y es que, como mucho, habremos escuchado el sustantivo fruición. Lo mismo cabe decir de la cara dubitativa de los alumnos cuando se les pide que conjuguen el presente de indicativo del verbo ASIR. Casi nadie sabe que asgo es la primera persona del singular de este verbo en ese tiempo verbal. Parejas como inerme-inerte, yermo-yerto, latente-latiente son para considerar.

     Soslayar ya es de uso frecuente, pero en su día fue una verdadera delicatesen léxica. Trasunto es un sustantivo que, cuando lo veo aparecer bien traído en un texto, me encanta.
     A veces, lo que en unos es un error y suena fatal, como no acertar con el sufijo que lleva un sustantivo o adjetivo, en los grandes maestros del lenguaje, especialmente poetas, es una virtud. Juan Ramón Jiménez se permitía cambiar sufijos e incluso inventar palabras por derivación, y en sus poemas son una verdadera delicia. Muchos han recuperado el medieval tristura por el prescriptivo tristeza; frescor parece más bello y delicado que frescura incluso en los anuncios publicitarios. O claror en vez de claridad. Por contra, no me gusta explosionar, existiendo ya explotar, ni sorpresivo teniendo sorprendente, ni me gusta sensitivo en vez de sensible, me encanta diferenciar entre conciencia y consciencia y que coexistan emotivo y emocionante.  
         
    Vayamos de nuevo a Juan Ramón Jiménez, a sus Sonetos espirituales, que es la obra que, con sosegada fruición, me estoy releyendo estos días. Si trasunto me gusta, transido me encanta. Luego lo piensas, sí, luego lo piensas y ves que se trata de un participio, pero como uno lo ha visto pocas veces, y siempre en calidad de adjetivo, se maravilla cuando, en el soneto XVII (VOZ NUEVA) lee: ¿De quién es esta voz? ¿Por dónde suena / la voz ésta, celeste y argentina / que transe, leve, con su hoja fina / el silencio de hierro de mi pena? Pero, ¿qué ha hecho Juan Ramón? ¡Conjugar el verbo transir! Que está ahí, al alcance de todos, pero ¿quién lo hace? Es una maravilla, estas cosas son las que te producen un placer estético inenarrable, un verdadero lujo.

     Solo en la Primera Parte (AMOR), además de este sencillo y sorprendente, y cadente como hoja de otoño, transe, aparece, por ejemplo, el verbo escombrar (Soneto III), un profundísimo oculta un hondo fondo, que es más que una simple paronimia (Soneto V), empurpurada (Soneto VIII), negror, enlutece (Soneto X), arruinamientos, dulzor (Soneto XIII; pero dulzura, por ejemplo, en el Soneto XX), frescor (Soneto XVII; cuando en sonetos anteriores ha usado frescura varias veces; y en este mismo soneto, blancura), haza (Soneto XX). Por cierto, me estoy acordando ahora de Unamuno, que hace esto mismo, por más que su prosa sea austera y directa, noventayochista. Léanse, si no, los primeros capítulos de Del sentimiento trágico de la vida (y aún más si se va a una nivola o tragedia) y se encontrará, entre otros, concinación, en el recóndito foro de su conciencia, perogrullería chillante, penetrado (con el significado de 'convencido'), zahondar, ...
             
     Por supuesto, en Juan Ramón, en estos veinte sonetos de la Primera Parte de su poemario, hay mucho más aparte de esto. Voy a terminar destacando, en esta misma obra, el uso de la catáfora, bella y sorprendente en el Soneto IX, donde ella podría referirse a la  primavera, que aparece después: Aquí estáis ya conmigo, secas flores / que fuisteis a ella perfumadas, vivas, / cuando la primavera en sus altivas / ramas abrió, a la luz de mis amores. Otra interpretación del pronombre es que sea la amada, pues habla de amores, que recibió las flores en toda su frescura, y sería un deíctico exofórico. A mí, no sé, me gusta leerlo de la primera manera.

Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://bancodeimagenesgratis.com


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