jueves, 3 de julio de 2014

Reseñas de Lecturas: "35 sonetos" de Pessoa

35 sonetos de Fernando Pessoa, traducidos por Esteban Torre (ed. Renacimiento, 2013)



Se trata de una deliciosa lectura transida de tiempo, inevitabilidades y máscaras. Estos 35 sonetos fueron escritos originalmente en inglés por el genio portugués. Pero los sonetos traducidos al español, que habrán perdido, sin duda, algo por el camino de su traslado, son aun con todo una lectura elevada a nivel intelectual y estético.
     Esteban Torre los ha dejado en endecasílabos y con rima consonante y, aunque conserva del soneto inglés el serventesio, y no el cuarteto, como estrofas iniciales (ABAB CDCD, y no ABBA ABBA), no permite su final en pareado, por no considerarlo apropiado al oído español. Según él, es una rareza (que lo es), que se encuentra en Borges y poco más. Lejos de corregir al insigne maestro D. Esteban, no podemos dejar de señalar que Juan Ramón Jiménez también tiene alguno que acaba en pareado, a la inglesa, en sus Sonetos espirituales. De todos modos, lo que hace Juan Ramón es una especie de híbrido: culmina esos sonetos en pareado-aforismo, pero la rima, junto con la de la estrofa anterior, se corresponde a la de dos tercetos, según el modelo tradicional de soneto en español. Algo hemos comentado a este respecto en entradas anteriores, y por eso no podemos soslayar aquí el pequeño apunte.
       En definitiva, si en el original encontramos sonetos a la inglesa, compuestos por tres serventesios con diferente rima uno de los otros y un pareado final (ABAB CDCD EFEF GG), en esta traducción al español encontraremos una estructura de dos serventesios, similar al soneto a la inglesa (ABAB CDCD) y dos tercetos que lo aproximan a la, para nosotros, clásica estructura del soneto (DEF DEF). La elección de esta rima para los tercetos nos parece, por cierto, muy acertada, valga la redundancia, pues lo acercan al Renacimiento, y renacentista era el Shakespeare al que Pessoa imita en sus poemas.


       Pero no me animo a hacer estas reseñas de lecturas para ofrecer una reseña "objetiva" (¡como si yo fuera alguien para ello!) sino una visión subjetiva más propia del espíritu de este blog. Me estoy descubriendo como lector de poesía, lo cual casi es una paradoja teniendo en cuenta que también la escribo. Será que ya no escribo tanto. Comentaré, pues, algunos versos que me han llamado la atención.
       Seguro que a Borges, al que se alude en el Prólogo, gozaría intelectualmente con los dos últimos versos del soneto I: Somos sueños del propio entendimiento, / y sueños de otros sueños de los otros.
       El aplastamiento del discurrir del día a día, con obligaciones de todo tipo, lo sienten aquellos que esperan crear y generar en el transcurso de su vida, y seguro que encuentran el soneto V un reflejo de esta circunstancia.
       Y casi como un proverbio, una sentencia y advertencia (advise!), que aquellos que hemos vivido con valores seguros y estabilidad emocional y hemos pasado por la experiencia del estrés, de la duda o la depresión, podemos rubricar, y tener todos presentes los dos últimos versos del soneto VII, para no abrir incautos las compuertas de nuestra seguridad emocional y discurrir mental: Todo es posible: un frágil pensamiento / puede hacer zozobrar los más profundos. Hay que cuidar la mente y el corazón.
       Aprender de las derrotas y los momentos más acuciantes y negros de la vida es símbolo de madurez e inteligencia y fortaleza. Esto lo expresa el soneto XI en una preciosa alegoría marina.
       El amor, no a la persona amada, sino al amor por la persona amada, es bello pensamiento y cierto en tantos casos ... El último verso del soneto XIII (quiero mi amor por ti más que a ti misma) preludia el XVII, que parece glosarlo en su primer serventesio: Mi amor, no yo, mi amor es egoísta; / mi amor por ti se quiere más que a ti, / y más que a mí, razón de que él exista: / me quiere vivo por vivir en mí.
      Los versos 5º y 6º del soneto XIX son más que contundentes: De la amistad, tan solo el alma es guía; / pero el amor exige el ser entero.

     Por último, y de una manera más anecdótica, resaltaré que el último verso del soneto XXVII, junto con el título de un soneto espiritual de J. R. Jiménez, me servirán para criticar la decisión de la RAE de eliminar la tilde diacrítica del adverbio sólo, así como el verso cuarto del XXXV;  y, en segundo lugar, que el primer serventesio del soneto XXIX es todo un homenaje a los verbos modales y las perífrasis de este tipo, al que dedicamos hace poco una extensa entrada en este blog.

Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com

     

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