Lo más importante es quien eres en el presente
Tuwa,
página 145
No hace mucho tiempo, una amiga mía se compró un tambor
chamánico. Antes ya había adquirido una flauta nativa americana. Yo mismo fui
testigo de cómo aprendía a tocarlos. Para el caso del tambor, algo básico es
manejar los ritmos en función del elemento al que está asociado: fuego, tierra,
agua, aire. Ahora este conocimiento conecta con una novela: Tuwa,
de María Cespón Lorenzo.
Tuwa es la novela
de un renacer, en muchos sentidos de la palabra, el renacimiento de su
protagonista, María, quien también es la narradora. Apenas he empezado y ya
resuenan ecos, parece haber varias dimensiones que se contienen unas a otras
(María-personaje, María-narradora, María-autora), y esto, tal vez, en lugar de
una curiosidad o un simple juego de espejos, pudiera ser una de sus claves.
Este libro nos cuenta, nos relata, ahora diré qué, pero a un tiempo transmite,
quiere conectar desde el principio. Y luego, bueno, los giros: son como se
toman algunas curvas cuando se conduce, que antes de tomarlas son inesperadas,
y una vez se toman se vislumbra otro horizonte.
El
renacimiento de la protagonista, cuyos vínculos con Dyami se van a ir revelando
cada vez más estrechos, se produce a través de viajes. Como lectores,
enfrentamos desde el principio un sorprendente viaje a Arizona desde Barcelona.
El compañero de María en ese viaje será un libro que parece tener vida propia.
Pero yo he dicho viajes, en plural, y es que ese desplazamiento
físico a Arizona desde Barcelona tiene un propósito que ni la propia María
puede sospechar (…viaje de sanación y renacimiento, p. 110). Se van a
dar viajes interiores, necesarios, que irán dando no solo comprensión y luz al
personaje, sino que le ayudarán a subir peldaño a peldaño hasta lograr su
verdadero propósito de vida desde una base de sufrimiento vital y bucles
tóxicos y, hasta ese momento, invisibles para unos ojos cerrados que se irán
abriendo poco a poco (Entrega al mundo la mejor versión de ti, dejando tu legado en el mundo; p. 177). La progresión. El
despertar.
En
no pocas ocasiones María parece la representante de una humanidad que necesita
reencontrarse y sanar: Toda la vida humana tiene un propósito y vosotros os pasáis la vida desconociendo que lo tiene (p. 105). Experimenta un proceso de iluminación (p. 112). También aparecen tragos complicados, como la lucha y la aceptación, tras el convencimiento, de un cambio de visión que podría parecer contraintuitivo a nuestra actual forma de pensar (Oí al fuego reírse...; p. 107).
Cada
ritmo de un tambor conectado a cada elemento, cada entrada a una cueva
misteriosa, irán revelando, dando consciencia, encauzando el alma de María. Por
supuesto, final sorprendente y pleno de sentido.
Tuwa,
al final, es una novela de amor, si entiendes la palabra amor en su sentido más
elevado: Ahora
despliega tus alas y sé el amor, no puedes ser otra cosa porque esa es tu
esencia. Sigue el sendero (p. 186).
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