viernes, 26 de diciembre de 2025

A TRAGEDIA CADA X: "PROMETEO ENCADENADO", DE ESQUILO

 


Imagen de Dimitris Vetsikas en Pixabay


Llego al fin al Prometeo encadenado con una mezcla de pensamientos y emociones que van mucho más allá de la alegría de no acabar este 2025 sin haberme terminado las tragedias de Esquilo conservadas, de las cuales esta es la última. No soy absolutamente nadie para discutir su autoría, así que simplemente aprovecho para dejar constancia de esta duda por parte de sus estudiosos, o esta discusión, más bien. En definitiva, me acabo sus tragedias completas en la edición de Alsina Clota en Cátedra, cuenta pendiente menos. Esta sección en mi blog, la de A tragedia por semana, un ritmo que no pude mantener con mis muchos trajines, comenzó con una mezcla de animarme a terminar este libro que recoge las tragedias de Esquilo y la emoción de las conferencias de Eva Tobalina sobre la tragedia griega. Obviamente, sería titánica, prometeica, la tarea de querer leerme, no digo todas las tragedias que caigan en mis manos, sino siquiera una selección de ellas de todos los tiempos, pero sí está en su base la decidida lectura de los tres grandes clásicos griegos, así que espero que los Reyes Magos me dejen a Sófocles y Eurípides como un gran regalo el día 6. Intercalaré otras más modernas y terminaré la sección cuando así lo sienta.

      La mezcla de pensamientos y sentimientos de la que hablaba al principio tiene que ver con el rastro de esta obra en mi memoria, que al fin leo. Y es que Prometeo, el encadenado, es una vieja mención en mis recuerdos. Mi segunda y más viva aproximación, que no alcance, a ella, viene de la mano de Byron, del fervor por lord Byron del grupo creativo Obsesión y su Metamorphosis, y esa biografía del poeta que hizo Maurois, que yo leía ávido a mediados de los noventa en la colección Crisol en mi primer año en la Politécnica, y su estela que me llevó a profundizar algo más en él y en el romanticismo inglés. El poema Prometeo, de Byron, y las referencias al Prometeo liberado (Prometheus Unbound) de Percy B. Shelly están en mi memoria de forma difusa, pero permanente. Y esta, a su vez, da un salto atrás, hacia un chico de Instituto que era yo y que, en la biblioteca pública de Sevilla, simultaneaba sus intentos de comprender el spin de los electrones con el teatro de Unamuno y, por tanto, con su Raquel encadenada

      La obra comprende desde el encadenamiento de Prometeo por Hefesto en una roca del Cáucaso hasta la declaración de Hermes del advenimiento diario del águila que le comerá el hígado vez tras vez. Recordemos que el mito, tan antiguo, es bien conocido por el primer público de la tragedia, así que esta va a situarlos en un pequeño pasaje de la historia y sería un regodeo intelectual escuchar los diálogos explicativos que a nosotros nos descubren tantas cosas. Tras su encadenamiento, Prometeo conversará con las Oceánidas, con Océano y finalmente con Io, hasta la llegada de Hermes, quien le reclama que le confiese qué boda pondrá en peligro el predominio de Zeus sobre los dioses, secreto profético que se niega a declarar. Los vaticinios sobre Io y su propio destino en sus parlamentos con ella y el coro son, para mí, lo más jugoso. Trasponer el significado de la obra a otros planos simbólicos (como que Prometeo pueda ser figura de Cristo o que se tome como símbolo de rebeldía, como hizo el Romanticismo, que resucitará el interés por Aquiles, dicho sea de paso), son hasta cierto punto sensibles, ya que Zeus no es ni el diablo ni el Dios judeocristiano. Desde ese punto de vista, como opositor al "padre" de los dioses, que desea y profetiza su caída, igual podría considerarse un anti-Cristo o su profeta, dependiendo del lugar simbólico que otorguemos a titanes y dioses que queramos darles. Por supuesto, como seres humanos que somos, al menos en nuestro siglo y algunos anteriores, simpatizamos con aquel que se compadeció de nosotros y nos regaló el fuego a costa de su propio sufrimiento.

      Voy a lo anecdótico o peculiar en mi lectura porque, claro, ¿qué puedo decir yo que no se haya dicho de Esquilo? Como hace años, en mi primera lectura de Los Persas, me llamó mucho la atención hybris y Ate, así que ver cómo se menciona Ate en la última ha sido como el cierre de un círculo. Aunque aquí no funciona igual. A Prometeo se le acusa de hybris (soberbia) y se le anuncia que a por él irá, en consecuencia, Ate llegado el momento, pero él es un titán, y no cualquiera, y él es el clarividente. No creemos que en Prometeo haya pecado de hybris, si habla de lo que sabe y no desea someterse a Zeus, desdeñando las oportunidades de liberarse cediendo a su voluntad. Me voy a las frases, unas pocas.

      Por ejemplo, cuando el corifeo le pregunta el motivo de su castigo, él comienza con estos dos versos: Para mí es doloroso hablarte de ello / mas también doloroso me es callarlo, una introducción que, en palabras o en pensamiento, nos podría valer a muchos en nuestras vidas. 

      Muy cercano a él, por motivos que no vienen al caso desvelar aquí, me siento cuando decide evitar el mal a otros a pesar de sufrir él el suyo: ..., que, aunque sufro, / no deseo por ello que otros sufran / por mi causa. Y menos al caso aún sería desvelar por qué he subrayado este fragmento: Te contaré lo que saber deseas / muy claramente y sin tejer enigmas, / con un lenguaje simple, como es justo / hablar a los amigos; ... Y muy inspiradora me resulta esta expresión: con el toque sereno de su mano, / con un simple contacto. Esta otra, En vano me importunas, cual si dieras / consejos a las olas me encanta, mucho más allá de que pueda recordarnos a nuestro Habla, cartucho, que no te escucho de cuando éramos pequeños. Y contradictorio para nosotros el Errar es para el sabio vergonzoso del corifeo.

     En fin, sé que no tengo razón, porque Hermes está cumpliendo su función de mensajero de Zeus, pero como es también patrón de comerciantes y ladrones, y regente del signo de un Géminis con su gran don del habla, pues, ¡qué queréis!, me ha hecho gracia que aquí no sea capaz de convencer a nadie con sus palabras, muy duras de principio a fin, eso sí.

      Ate se menciona casi al final, y enlaza con el Ate de casi el principio de Los Persas, cerrando de ese modo esta cadena esquílea.

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