martes, 6 de marzo de 2012

REFLEXIÓN MORFOSINTÁCTICA: ¿REALMENTE UNEN LAS PREPOSICIONES Y LAS CONJUNCIONES?

PREPOSICIONES Y CONJUNCIONES, ¿ENLACES Y NEXOS?


0. INTRODUCCIÓN.

Como siempre, aunque como hacía mucho tiempo que no me sucedía, lo que me trae a la reflexión morfosintáctica es una discusión departamental. Discusión en el buen sentido de la palabra, claro, como sinónimo de intercambio de pareceres. Todo a colación de la tan traída y llevada existencia o inexistencia del Sintagma Preposicional.
            Como profesional de la docencia en secundaria, sinceramente, estas reflexiones me han parecido siempre un poco inútiles, al menos en lo que hace a mis actuaciones en el aula, con mis alumnos. En lo que respecta a ellos, incluso en los que vayan a cursar Filología en un futuro (que son los menos), lo importante es que razonen correctamente cómo funciona cada elemento dentro de las unidades superiores, en concreto, que identifiquen funciones sintácticas y observen qué categoría y estructura funciona como tal. Y, en mi opinión, si es posible desde un gran número de ángulos, con todos los métodos útiles desplegados sin excepción, en tanto que ayuden al trabajo de los alumnos y su comprensión global del tema. En otro lugar ya hablé de la conveniencia del método de preguntas al verbo, y lo justifiqué de muchas maneras, lo que me trajo no pocos quebraderos de cabeza al llevarlo al aula de un instituto en el que estaba.
            Ahora bien, como profesional lingüista que me considero, las reflexiones de este tenor me interesan. Me hacen reflexionar, darle vueltas a mis conceptos, replantearme fundamentos. Durante mi primer curso en Mérida, en el IES Albarregas, analizaba oraciones indicando primero Función (Suj, CD, Atr, …) y luego la Forma (SN, Adj, …), y no consideraba la existencia del SPrep. Éstos eran, en su mayoría, un Enlace (la Preposición), seguido de un SN. Aunque recuerdo que la preposición entraba en la caja del SN, como si fuera un elemento de ella, según el libro de texto. Más tarde, y durante cuatro años, en el IES El Pomar, de Jerez de los Caballeros, me encontré con una Programación Didáctica que restringía, en pro de la uniformidad de criterios hacia nuestros alumnos, estas cuestiones. Por ellos, por los alumnos, aferrándome a lo didáctico, pierdo los escrúpulos y me adapto a lo que hay, así que estuve cuatro años enseñando que primero se identifica la Forma (SN, Adj, …) y después se determina la Función de dicha forma (Suj, CD, Atr, …). Es lo que tiene la lingüística basada en lo morfológico. Nunca he creído en ello. Cuando analizo una Oración, una vez localizado el verbo, busco elementos funcionales, sintácticos, como es lógico; aquello que funcione como lo que se busca (como Sujeto, como CD, …), eso ya se verá luego lo que es. No es mi propósito ahora entrar en este tema, en otra ocasión tal vez me esfuerce un poco más por justificar mi postura; basta decir aquí que yo sí veo claro eso de los huecos funcionales, en tanto en cuanto para mí, tanto la unidad mínima de la sintaxis, el sintagma, como la “máxima”, la oración, son estructuras que se pueden “montar” con diversos materiales (palabras, otros sintagmas, ...; he entrecomillado máxima porque, para mí, la unidad máxima de la sintaxis es el texto, no la oración).
            En ese mismo Centro, y durante esos mismos cuatro años, he explicado y usado el Sintagma Preposicional. Venía impuesto por la Programación Didáctica y, la verdad, hasta entonces no había reflexionado sobre él. Lo bueno de ese Departamento es que justificaba, ¡y cómo!, cada decisión de estas, fundamentándolas tanto en autoridades y teorías como en razonamientos lógicos. Para mí, el mayor motivo para usar con fe el SPrep era su sistematicidad: siempre, junto a la función, aparecía una barra y a continuación el tipo de Sintagma o Categoría gramatical. Admitir el SPrep era mantener inalterable este esquema: Suj/SN, CD/SN o CD/SPrep, CRég/SPrep, … (bueno, como he dicho, allí se hacía al revés, SN/Suj, etc.). La claridad expositiva gana ante alumnos de secundaria, pero choca con cierta incoherencia, al llegar a la Oración Compuesta por Subordinación, si no aceptamos también la existencia del Sintagma Conjuncional (SConj). Y este sintagma es muy difícil de asumir, por muchos motivos: rompe con la tradición expositiva de las oraciones subordinadas, no se sabe qué hacer con los nexos que no son conjunciones (relativos, pronombres interrogativos, …). Pero, mientras dure la Oración Simple, el SPrep es mucho más asequible y socorrido que tener por ahí suelto un Enlace.
            Desde un punto de vista lingüístico, a mí tampoco me costaba trabajo asumir su existencia. Ya he dicho que para mí un sintagma es un tipo de estructura. Aceptar que existían de dos tipos, endocéntricos (donde sus componentes miran a una palabra considerada más importante, el Núcleo del sintagma que forman) y exocéntricos (mirando a algo externo a lo que se enlazan, el Núcleo del sintagma en el que se introducen), tal y como bien se me expuso en 4º de Carrera, no era complicado. Como no es complicado entender que un glóbulo rojo es una célula sin núcleo, una plaqueta una célula rota o que un virus ni está vivo ni deja de estarlo, o que La Celestina ni es novela ni es teatro, o un guardia civil es policía y a la vez militar. Los sintagmas exocéntricos serían, como ya he dicho, el Preposicional y el Conjuncional, pero este último no se trae al aula de secundaria para no marear la perdiz (y porque sabemos que ningún tribunal de Selectividad lo aprobaría).
            Ahora estoy en un Centro donde, declaradamente, se opina que no existe, que tal sintagma es una mentira, con todas las letras. Y también está muy bien razonado, porque se define sintagma como el conjunto de palabras que giran en torno a un núcleo; así que es imposible llamar “sintagma” a una estructura sin núcleo interno. Aunque si seguimos esta definición hasta el final, vuelve de nuevo la conveniencia de este sintagma: Un conjunto de palabras que giran en torno a una de ellas, el núcleo, y tienen una función dentro de la oración.
Sin embargo, desde hace tres cursos, como no se impone el criterio, sólo se discute, yo continúo enseñando el SPrep en mis aulas, tal vez por inercia, y tal vez por pensar que es más fácilmente comprensible para mis alumnos. Hasta ahora, en el que en el mes de marzo de 2012 acordamos en firme no enseñarlo. Yo lo vuelvo a aceptar; soy flexible; me pongo en el pellejo de un alumno de nuestro Centro, al que un año le explican una cosa y al siguiente, con otro profesor, otra, y me parece correcto, incluso sano. Un criterio, el que sea, pero uno. Mejor para mí; total, yo ya lo estaba explicando de las dos maneras, por prevención.
            Ahora bien, esto me lleva a preguntarme: ¿qué creo yo realmente, tras ya algunos años de docencia? ¿Me creo su existencia o no, más allá de lo que explique a mis alumnos adolescentes? Empiezo a darle vueltas al funcionamiento de preposiciones y conjunciones, para convencerme de si es posible la existencia de los sintagmas exocéntricos, y me empiezo a dar cuenta de que tal vez no, porque en principio me veo incapaz de resolver el problema del Sintagma Conjuncional, pero también de que tal vez, y en la mayoría de casos, las preposiciones no enlazan nada, ni las conjunciones son nexos de unión. Luego a lo mejor también es mentira la otra opción.

1. ¿QUÉ UNEN LAS PREPOSICIONES Y CONJUNCIONES?

            En el IES El Pomar definíamos la preposición como una palabra sin significado (ni semántico ni gramatical), aunque admitiendo su capacidad de matización semántica, que unía palabras y sintagmas. Las conjunciones eran más poderosas, porque también, y sobre todo, unen oraciones. Por lo tanto, la función sintáctica de la preposición es la de enlace (E) y la de las conjunciones, nexo (Nx). Ahora me permito dudar de ello. Más bien parecen marcas de subordinación para aquellas estructuras que, por sí mismas, son incapaces de concordar con el elemento principal. ¿O es que es necesario un E o Nx para unirse a él? Unir elementos, lo que se dice unir, está claro que lo hacen las conjunciones coordinantes:
Juan y María: Dos sustantivos unidos (Juan+María) para funcionar como si fueran uno (ellos); se puede predicar de esa nueva unidad (Juan y María vienen despacio).
El perro y el gato: Igual que el ejemplo anterior, pero con sintagmas nominales.
Me fui y él aún seguía allí: Dos oraciones simples unidas para formar una mayor (Compleja Coordinada).

            Con respecto a las preposiciones, estaba dispuesto a aceptar esta función de unión en el caso de los Adyacentes. Por ejemplo, en el caso de Ese hombre de Francia, la preposición de parece unir el sustantivo Francia al sustantivo hombre, N del SN. Sin embargo, en el sintagma Ese hombre francés, francés también va unido a hombre pero no necesita preposición. Realmente, más que unir un elemento (palabra o sintagma) al N, la preposición consigue “adjetivarlo”, lo introduce dentro del sintagma subordinándolo a ese N, haciendo que funcione como Ady. Para unirse a un N no es necesaria una preposición, es decir, no necesitamos un elemento de unión con él. Los Determinativos y los Adjetivos y Sintagmas Adjetivales, así como los Sustantivos y Sintagmas Nominales aposiciones, se unen al N del SN cohesionados por la concordancia en género y número; y lo mismo cabe decir para adverbios y otras categorías en el SAdj y el SAdv. ¿Por qué decir, entonces, que en el SN El coche de mi hermano, de enlaza el SN mi hermano con el N coche? ¿No valdría mejor decir, como hacemos al analizar la O. Subordinada, que la preposición hace que todo el SN mi hermano funcione como Ady de coche, añadiéndole un matiz de posesión a todo ese sintagma (‘su coche’)? En todo caso, es cierto, podemos advertir que el vínculo entre el N coche y el SN mi hermano se hace a través de la preposición. Ahora, esto ya no queda tan claro cuando entramos en el predicado. Ahí, ni siquiera es siempre posible la función subordinante (traspositora) de la preposición.
            En una oración, en un sintagma, todo está unido, desde la mayúscula inicial al punto final. Todo forma una unidad, y los elementos que la componen, por ende, están unidos. No linealmente, uno detrás de otro, sino jerárquicamente. En la oración, Mis amigos han llegado a la fiesta muy pronto, se han unido al verbo han llegado un Sujeto (mis amigos), un CCL (a la fiesta) y un CCT (muy pronto), que a su vez están compuestos por palabras unidas entre sí siguiendo determinadas reglas. Nada impide que estructuras sin preposición o conjunción previa se unan al verbo, se añadan a la estructura oracional: ahí están mis amigos y muy pronto. Por lo tanto, y por el mismo razonamiento, ¿qué va a hacerme pensar que la preposición a une la fiesta a ha llegado? Todo ese conjunto, que puedo desplazar en bloque incluso al principio de la oración (A la fiesta han llegado mis amigos muy pronto), que, de hecho, no lo puedo desgajar sin caer en el hipérbaton gongorino (¿*Mis amigos han llegado a muy pronto la fiesta?, ¿*A han llegado mis amigos la fiesta muy pronto?), todo ello, preposición incluida, se puede sustituir por un adverbio, por ejemplo allí. Parece, entonces, que a con respecto al SN la fiesta ha hecho dos cosas: a) Añade el matiz, cual morfema, de destino de un movimiento (llegar a) y b) Pone a funcionar el conjunto como un CCL, lo adverbializa, si se quiere. En todo caso, la inseparabilidad del conjunto nos vuelve a llevar a entenderlo como una estructura unitaria: llamadlo E+SN o SPrep (exocéntrico), o macrosintagma.
Vuelvo a la premisa de antes. En una oración, en un sintagma, todo está unido, desde la mayúscula inicial al punto final. ¿Un sujeto no está unido a un predicado? ¿Está más unido a vi el CD a Juan, por llevar preposición, que el CD una casa? ¿No será que, más que unir, esa a capacita a Juan como CD en lugar de como Sujeto, es decir, es una marca funcional más que nexo de unión? ¿No hay igual unión con el verbo en Vivir la inopia (CD) que en Vivir en la inopia (CCL)? Y lo mismo me vale para las conjunciones: ¿no están igual de unidos al verbo el CD/PropSubSust en Creer que uno es bueno que en Creer ser bueno?
Las preposiciones y las conjunciones subordinantes INTRODUCEN un sintagma en un hueco funcional y le añaden un matiz de significado (dirección, permanencia, pertenencia, agente, causa, consecuencia, …). Parecen más afectar por dentro (tal vez como un morfema capacitador para desempeñar una función, como la diferencia entre yo y me) que hacia fuera. Lo cual invalida el concepto de sintagma exocéntrico (y, por tanto, el SPrep) pero también su consideración como Enlaces y Nexos externos al conjunto sintagmático. Aunque sí vinculan, apuntan a un núcleo externo, señalando su pertenencia a ese sintagma mayor en el caso de ser Adyacentes, no en el resto de casos. Su configuración como bloques inseparables, con capacidad en la mayoría de los casos de ser sustituidos como tal bloque, con excepción del CRég y el CAg, y Ady sin adjetivo correlativo, como en los siguientes ejemplos:

Ese señor de Marruecos à Ese señor marroquí.
Has seguido a Alfredo à Lo has seguido.
Vivo en los pisos grises à Vivo allí.

tal vez apunte a la definición de una nueva unidad, un macrosintagma que en el fondo nos lleva de nuevo al SPrep. (Para los casos de CRég, CAg y los Adyacentes exceptuados anteriormente obsérvese que sigue en pie su configuración en bloque unitario). O, tal vez, al igual que ocurre con las perífrasis, que a veces tienen una preposición o un que entre los verbos componentes, y otras veces no, tengamos que decir que, en cada tipo de sintagma, existe un hueco funcional donde puede aparecer o no una preposición que la subordinaría o la introduciría en la oración con una función concreta, y que asimismo las oraciones simples con verbo en forma personal poseen un hueco similar para que una conjunción las introduzca dentro de una oración mayor.

2. VALOR MORFOLÓGICO FUNCIONAL.

            Se dice que las preposiciones y las conjunciones son morfemas libres. El artículo también, pero no el resto de determinativos (¿?). Muy bien, si eso es así, ¿cuál es el aporte gramatical que este morfema otorga al sintagma, o al núcleo del sintagma? Sin duda, el de capacitarlo o incapacitarlo para realizar determinada función dentro de otro sintagma o de una oración.
            Muchos esfuerzos intelectuales se han llevado a cabo para demostrarnos que, aunque heredera del latín, nuestra lengua se diferencia de aquella porque hemos perdido los casos y usamos preposiciones, las cuales resulta que son morfemas libres que otorgan o impiden la realización de una función sintáctica. ¿No es esto lo mismo? Solo que nosotros usamos funcionalmente la ausencia de marca, y para muchas cosas (es decir, tenemos ergativo, habitualmente usado para el Sujeto y el CD).
De este modo, si un CD se refiere a persona, lo marcamos con el morfema libre preposición a: Yo vi a Juan. Si lo quiero transformar a pasiva, el CD va a funcionar como Sujeto, y por tanto pierde la marca de CD de persona, a; el antiguo Sujeto activo, al pasar a CAg, tiene que tomar el morfema libre de CAg, por o de, y además transformar el pronombre personal exclusivo de sujeto por otro compatible con una preposición delante: Juan fue visto por mí.
Me reitero: no veo la función de unión de la preposición. Lo veo cada vez más endocéntrico o, mejor, envolviendo el sintagma completo y haciéndolo funcionar en unidades mayores; también su ausencia.
El latín también tenía preposiciones. De él, las nuestras han conservado el famoso “matiz semántico”: direccionalidad, posición, posesión, … Y al tiempo toman el valor de “caso”, incluido el genitivo, con “de” en multitud de adyacentes, especialmente de Sintagmas Nominales. Función y matiz semántico; morfema libre: indisolublemente unido al resto de la estructura en funcionamiento.

3. CAPACIDAD TRANSFORMADORA EN LA JERARQUÍA PREESTABLECIDA.

            3.1.
Antes hemos hablado del poder subordinador de preposiciones y conjunciones, aunque también lo tiene superordinador. En general, se le podría llamar más bien un capacitador o transformador sintáctico, pues permite que categorías o sintagmas determinados funcionen de una manera distinta  a la que les es propia.
En general, puede decirse que una determinada función sintáctica (hueco funcional) espera ser desempeñada por una o varias estructuras concretas. Si deseamos que otras lo hagan, necesitan capacitarse para ello, y lo hacen, casi siempre, mediante preposiciones y conjunciones. Así, si yo quiero que una oración simple sea sujeto de otra oración mayor, una de las posibilidades que tengo para conseguirlo es “sustantivarla” a través de una conjunción. Se ha subordinado y se ha sustantivado, y funciona como un SN, en este caso de Sujeto. Eso es lo que hace la conjunción. Del mismo modo, puedo “adjetivar” un SN e introducirlo así en otro como Adyacente (con excepción de las aposiciones, siempre tan especiales), pues en principio esperamos que el hueco funcional de adyacente sea ocupado por un SAdj.
La jerarquía por todos conocida es la siguiente:

Oración> SN > SAdj > SAdv
Si una estructura funciona como otra que está a su derecha, se ha subordinado; mientras que si se mueve a la izquierda (menos habitual), se ha superordinado. Las estructuras que se esperan de forma propia dependen de cada función. Un Sujeto espera un SN; un Predicado exige un SV. Un CD obliga a la aparición de un SN, pero es forzosa la preposición a si se refiere a persona, para evitar equívocos con el Sujeto. Aquí, la preposición no ha subordinado ni superordinado, su aparición junto con un SN es una estructura esperada y exigida en función del significado del N del SN (persona); es una marca propia de CD. De hecho, preposición más sintagma es la única estructura posible para los CRég y los CAg, con preposición concreta: la marca de agente la proporciona por y menos frecuentemente de; la marca de CRég la exige cada verbo en particular (pensar en algo, soñar con alguien). También el CI exige la preposición a de forma obligatoria. En este caso, y en el del CD de persona, aún resulta más difícil aceptar una labor conectora de la preposición, al ser todo el conjunto sustituido por pronombres (lo, la, los, las, le, les, se, según el caso, por poner el ejemplo clásico de los pronombres personales). Por eso, al definir la preposición como elemento que une estructuras mayores, se dice que une palabras y sintagmas, porque se piensa especialmente en aquellas que introducen un Adyacente dentro de un SN.
La función de Adyacente de un SN tiene como estructura propia el SAdj. La preposición ante un SN u otro tipo de sintagma lo capacita para funcionar como Adyacente. De este razonamiento debe excluirse, y dejarlo para un estudio más pausado en otra ocasión, la Aposición, que de momento consideraremos excepción. Por tanto, en el caso de los Adyacentes, la preposición subordina (adjetiva) al SV con verbo en forma no personal y al SN, mientras que superordina al SAdv (¿Ese hombre de allí superordinado, pero Ese hombre de Valencia subordinado?). Esta cuestión entre paréntesis nos lleva a pensar en aquellos sustantivos que, por significar lugar, tiempo, modo o cantidad, pueden ser sustituidos por adverbios en lugar de por pronombres. Por eso, un CC espera un SAdv (Llegará mañana allí), pero al mismo tiempo le es propio el SN en el caso de los más básicos, especialmente los de tiempo (El otro día, esta mañana, …). También los de lugar, pero los verbos de movimiento (la noción de movimiento o de estatismo) exigirá, más por semántica que por otra cosa, la preposición correspondiente: venir de, llegar a, ir desde… hasta…, permanecer en, bajo, sobre, ...
De nuevo, al adentrarnos más en el CC, aparece el SPrep como única estructura propia, no transformadora o subordinante: CC como los de finalidad, compañía, instrumento, … reclaman formas que empiecen por preposición con exclusividad.
El Atributo es un caso especial. Va más allá de ser una especie de adyacente con un verbo copulativo en medio. Porque Atr puede ser cualquier tipo de sintagma: SAdj, sí (Él es alto), pero también SN (Él es Alfredo, él es camionero). En el caso de SPrep, se dice que, si indica lugar, el verbo ya no es copulativo (Él está en casa/Él está allí), pues se sustituye por adverbio y no por lo; si no, bien puede considerarse Ady con N de SN omitido (Él es de Marruecos/Él es (un hombre, un habitante) de Marruecos), pero este razonamiento entonces debería aplicarse también para el caso de SAdj (Él es marroquí/Él es (un hombre, un ciudadano) marroquí).

3.2.

Con las conjunciones subordinantes puede hacerse el mismo camino. Se trata de un morfema libre que capacita a una estructura para funcionar de forma impropia. No es el único procedimiento para subordinar oraciones. Otros elementos que funcionan dentro de la subordinada realizan esa función: adverbios y pronombres interrogativos y relativos, por ejemplo. Los verbos en forma no personal lo consiguen sin necesidad de ninguna marca especial, pero no siempre es posible su uso, seguramente por su incapacidad morfológica de expresar persona y número. En todo caso, véase como en estas otras dos formas de conseguir subordinadas aceptamos doble naturaleza funcional: los verbos en forma no personal funcionan como N del SV (como verbos) pero pueden subordinar porque son al tiempo otra cosa inferior al verbo (los infinitivos también son sustantivos; los participios, adjetivos; y los gerundios digamos que adverbios); en el caso de adverbios y pronombres relativos e interrogativos se ha dicho de ellos que funcionan de Suj, CD, CC, … dentro de la subordinada y, a la vez, son “nexos”. Incluso el determinante relativo cuyo subordina a toda la oración. La conjunción, por su parte, es mero y puro “nexo”, es decir, es mera marca subordinante, un morfema libre hemos dicho. Tampoco, entonces, si lo hemos hecho con los otros dos casos, habría inconveniente en considerar una estructura o superestructura (el Sintagma Conjuncional), que se caracteriza por comenzar con una conjunción, y que, como las preposiciones, aporta matiz semántico; dicha conjunción capacita a toda una oración para funcionar dentro de otra mayor, asumiendo alguna de sus funciones.
El famoso impedimento de la aplicación del SConj venía, especialmente, de las conjunciones coordinantes. Estas, desde luego, son a nuestro parecer las únicas que realmente cumplen una función de juntura. Y no son nada exocéntricas; al contrario, se sitúan en el centro de macroestructuras (Oraciones Complejas Coordinadas, Sintagmas Nominales con más de un núcleo –o SSNN unidos formando un súperSN-, …), pues unen todos sus elementos: Juan, María y Alfredo es lo mismo que con polisíndeton Juan y María y Alfredo. En Los chicos llegaron, se arreglaron y se fueron, una secuencia de tres oraciones simples que no pueden cambiarse de orden, tal vez nos falle eso de que la conjunción está en el centro; también es verdad que podemos prescindir de ella (yuxtaposición). Pero, en general, yo sí la observo uniendo elementos, y hacia dentro, no hacia fuera, como el cemento entre los ladrillos: Vienes a la fiesta o te quedas estudiando o directamente vas a dormir:


Vienes a la fiesta
                                                     
                                                           O
     Te quedas estudiando                                Directamente vas a dormir.


            Por lo tanto, no creemos que las conjunciones coordinantes sean de la misma naturaleza que las subordinantes. Estas, en paralelo con las preposiciones, tienen una clara función traspositora, capacitadora (“subordinante”, si se quiere), y añaden matiz semántico, actuando como morfemas libres en una estructura unitaria (sintagma o macrosintagma o supersintagma o lo que se quiera). Por su parte, y grosso modo, las conjunciones coordinantes tienen una clara función de conexión o unión de elementos para formar una unidad mayor. De ahí que se diga que unen al mismo nivel, que unen elementos interdependientes, es decir, no introducen una estructura en otra (no trasponen, o consiguen que una estructura funcione de manera impropia). También incorporan matiz semántico. Esto, no obstante, hay que revisarlo. El –QVE latino aún proyecta una sombra.

4. CONCLUSIONES.

4.1.

Como breve “estudio” o análisis morfosintáctico, este escrito no es más que un conjunto de pensamientos personales plasmados a vuelapluma, un mero borrador de ideas. Quién sabe, a lo mejor el mes que viene me desdigo de todo. Aunque no lo creo. Falta completar, ejemplificar más (y no sólo acudiendo a mi competencia lingüística), desarrollar bastantes brechas abiertas y rectificar lo que sea necesario, para que se convierta en un auténtico artículo. Tengo que volver a sumergirme en bibliografía, cosa no fácil habida cuenta de mis ocupaciones y disponibilidad de tiempo, e incorporar las apoyaturas bibliográficas, siquiera para que se me tome mínimamente en serio, al modo del amigo de Cervantes e incluso de otra manera.  En todo caso, tampoco creo que estén mal tiradas mis reflexiones; hay cierta plausibilidad en ellas, y al menos demuestro, como tantos otros, la existencia de diferentes puntos de vista que se pueden adoptar a la hora de realizar razonamientos morfosintácticos. La morfosintaxis, por el hecho de describir unidades aparentemente estables, ha aparecido casi siempre como una disciplina segura y fija, y eso no es cierto.

4.2.

            En el día a día de un profesor de secundaria, y un nivel más didáctico, … ¡por supuesto que ni se me ocurre llevar al aula estas reflexiones! No al menos por ahora. Pero, entonces, hay que decidir a qué carta quedarse.
            Lo expuesto aquí puede tener dos valoraciones. Una, positiva, aceptarla como una forma de validar las dos opciones anteriores: al reconocer la preposición como morfema dentro de una estructura, respaldamos la noción de SPrep, pero sin ser exocéntrico, luego el concepto E o Nx+SN cobra también sentido (es una estructura o macroestructura, sin nombre, porque no se le llama “sintagma”), aunque el término “enlace” y el término “nexo” pierden significación semántica (no enlazan). La valoración negativa es tomarnos los argumentos anteriores como manera de desechar o invalidar las dos formas de análisis tradicional. En todo caso, considerar el SPrep, e incluso el SConj, tampoco es tan descabellado, si aceptamos “sintagma” como estructura, no necesariamente con un núcleo.
            La definición de “sintagma” como ‘conjunto de palabras en torno a un núcleo que cumple una función dentro de la oración’ es más que revisable. Lo de “conjunto de palabras” trae de cabeza a los alumnos de 1º y 2º de ESO cuando se les dice que hay sintagmas con una sola palabra, el núcleo; no todos entienden que una unidad pueda ser también un conjunto. Lo de que tengan núcleo en torno al cual giran las demás obliga, o bien a inventarnos otra palabra para la estructura Prep+Sintagama X (e incluso ConjSub+Oración Simple Subord.), o bien a admitir estructuras sin nombre, o a permitir palabras sueltas en un hipotética función conectora, pero entonces, y por coherencia, deberían desterrarse conceptos como el de morfema libre, entre otros. Y, por otro lado, lo de que cumplen una función dentro de la oración da dos problemas muy evidentes: el primero, que los sintagmas no tienen por qué cumplir una función dentro de una oración, pues por sí solos se pueden constituir en enunciados independientes, salvo que nos empeñemos en ver los fantasmas de los verbos omitidos por todos lados (y ya, de paso, mandar al garete la pragmática lingüística y el texto como unidad mayor); y, el segundo gran problema, si no aceptamos la existencia del SPrep, es que es la estructura Prep+SN (o Prep+Sintagma X) la que cumple, en bloque, la función de CAg, CRég, Ady, Atr, CD de persona, CI, … Dio un regalo a Juan no es lo mismo que Dio un regalo Juan, y es todo el conjunto a Juan lo que funciona de CI, y por eso todo ese conjunto es sustituible por le, y no solo Juan. Hablo desde un punto de vista morfosintáctico. Semánticamente, ya sé que es Juan el que recibe el regalo, pero es la preposición a, junto al nombre propio, lo que se constituye en CI, lo que se sustituye por le. Esto ya se ha discutido con anterioridad.
            No necesito convencerme ni de la existencia ni de la inexistencia del SPrep para explicarlo o no explicarlo; tampoco importa nada si las preposiciones enlazan o no para llamarlas enlaces o nexos en un análisis sintáctico. Son constructos teóricos plausibles para comprender el funcionamiento sintáctico de las oraciones y los textos, cuanto más en adolescentes alumnos de secundaria. NIHIL OBSTAT, por mi parte. Y con esto no soy ecléctico, soy pragmático.

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