
Excitante e incómodo al mismo tiempo, hablar de sexo suele ser hablar de paradojas. En una sociedad que algunos califican de hipersexualizada, donde el llamado "contenido para adultos" se ve como más propio de adolescentes y en cierto modo "poco adulto", esta parte tan importante de nuestra identidad y desarrollo sigue siendo un terreno inhóspito aún para muchos de nosotros. Por eso, y porque ya tocaba con tanta promoción de mi novela Amae pop blue (Volumen I), con tantos episodios encendidos y eróticamente explícitos, con sus paradojas también, quiero hoy reseñar un libro del que aprendí muchísimo y me parece maravilloso: Anatomía del placer femenino. Mapas secretos para aflorar placeres ocultos, de Sheri Winston (Neo Person; Madrid, 2020). Y lo voy a hacer tranquilo, sin ansiedad por terminar, y con una introducción, unos preliminares, que siento que debo expresar previamente, sin ninguna intención moralizante. No porque no vea importante la moral, también en este asunto, sino porque detesto la moralización, esa moralidad empaquetada que se cree una fórmula mágica inamovible que nos vale a todos. Quiero ser lo más descriptivo y honesto posible, eso es todo.
Como profesor de Secundaria, en la brega con adolescentes, desde los doce a los dieciocho años, no es infrecuente que en algún momento algún pipiolo se me acerque y trate de hablar de este tema, del temita. Casi nunca viene con intenciones claras, por lo general me está tentando a ver si puede sacar la parte socarrona que desea sacar, de un tamaño mayor que su propio cuerpo, con sonrisitas cómplices en el ambiente. Como sé que evitar el tema es lo más cómodo para mí pero tal vez lo menos adecuado, y porque, soy sincero, yo también me quiero reír y darle la vuelta al calcetín, lo primero que respondo es que eso debe hablarlo con sus padres. Se le cambia la cara, es de incredulidad, esa es la cara que quiero para reírme yo: ¡por supuesto que no! Y yo lo entiendo. Soy educador, se supone que debería fomentar eso, que se hable en casa de ese tema, pero ¿qué queréis que os diga? Eso es muy poco realista, eso no va a pasar. Ni ellos quieren ni tampoco sus padres, no todos, y si lo hacen será eso de que entra por un oído y por el otro sale. ¿No he dicho que son todo paradojas? ¿Qué padre soporta la imagen de su hijo en el tema, y qué hijo es capaz de imaginarse a sus padres en el acto? ¡Por favor! Ya el curso pasado escuché a una alumna que pensaba que a partir de cierta edad, la de sus padres (o sea, la mía), eso no deberían hacerlo, el tema adulto les parece más suyo que nuestro. Entonces, a veces, y para cerrar el tema sin mentir, suelo decirles en serio algo que no entienden y por supuesto no se van a tomar en serio, tan acostumbrados a que se frivolice con él: que el sexo es de lo más placentero y traumático que hay en la vida, y es un tema muy importante y delicado que no deben tomárselo a broma. Esa paradoja, eso de que es de lo más placentero y traumático, no consiguen entenderla y, con suerte, se acabó la conversación y volvemos a medir versos o analizar oraciones.
No voy a ejercer ninguna clase de crítica acerca de esas jornadas en el aula sobre educación afectivo-sexual, entre otros motivos porque no he estado presente prácticamente en ninguna. Sé, eso sí, que se les da mucha información y que sus oídos no van a escucharlo todo. No sé si se trata la parte afectiva, tengo la impresión de que no, y que la sexual está muy orientada a evitar ETS y embarazos no deseados. Como seguramente la información realmente nueva y relevante no la han escuchado, se quedan con lo que quieren y suelen comentar que no han aprendido nada nuevo. Hacer globos con condones ya no es divertido, de verdad.
Ya sé que estás convencido de que no, pero, papi, mami, te lo voy a decir muy claro: tu hijito, tu hijita, sabe mucho más de lo que piensas que sabe, te lo garantizo al 90%. Y vienen ya así del cole. Su sociedad no es la nuestra. Entienden perfectamente la letra de esa música que les encanta. Para alivio de todos, aun sabiendo, la mayoría lo procesa muy bien: forma parte de una especie de ambiente narrativo en el que están sumergidos y no se dejan ahogar. Su comportamiento y expectativas no creas que difieren tanto de las que teníamos nosotros con su edad, aunque quieran alardear a veces, eso sí, de lo que seguramente nosotros de adolescentes no sabíamos, o incluso algunos de adultos. Los chicos que no están en esa línea reguetonera suelen cerrar sus oídos a según qué conversaciones y opiniones, saben hacerlo, ese ruido de fondo les acompaña desde muy pequeños y saben manejarlo. Has sido buen padre, buena madre: tu educación y, sobre todo, tu ejemplo, les sigue protegiendo. Pero sé consciente, que no hay más ciego que el que no quiere ver.
Por qué en Amae pop blue hay tanto sexo, de modo que algunos pasajes son muy explícitos y es un tema en primera línea en la novela, no es el asunto de hoy, requiere su propia entrada de blog. Es una novela de gran carga erótica sin ser una novela erótica propiamente dicha. Si contesto rápido, diría que porque es un tema importante. En su base bibliográfica, destacan tres obras sobre sexualidad, pero la que resalto hoy, Anatomía del placer femenino, de Sheri Winston, la veo crucial. Básicamente porque yo soy hombre y ese libro está escrito por una mujer y para mujeres. Lo cual, como creador, me dota de muchos recursos para describir y desarrollar la visión y experiencia femeninas del sexo.
En general, olvidándonos ya de mi novela, es un libro revelador. Está enfocado en las lectoras, heterosexuales o lesbianas, que desean descubrir, explorar, desarrollar y potenciar su sexualidad, con una ruta muy marcada que abre vías a la indagación personal y con frases muy poderosas, traer aquí todas las que me llamaron la atención sería extensísimo. Solo dejo esta perla: Cada uno es responsable de sus propios orgasmos. También se invita a los hombres a su lectura. Yo lo hice, me lo leí al completo, y de verdad que merece la pena si eres un hombre heterosexual. Particularmente, si eres hombre, te lo recomiendo, léetelo entero y con tranquilidad. De todas formas, su autora, en previsión de la impaciencia típica masculina, dedica el último capítulo a los hombres, aparte de ir dispersando por toda la obra algunos tips dirigidos a nosotros.
El libro se divide en tres secciones, de cuatro capítulos cada una. La primera sección se llama Mapas, modelos y errores. Aquí se desarrolla lo que ella considera importante acerca de la confusión cultural sobre el sexo, de una sociedad que, de una parte, reprime, y de otra, fomenta, casi siempre con intención comercial. Paradojas, sí, ya lo dije. Es un intento por naturalizar un tema que debería ser más natural, dignificándolo a un tiempo, con pretensión de que se reflexione, se abra la mente y una esté dispuesta a incrementar el verdadero disfrute de aquello que tiene su hardware (impulso, hormonas) y su software (aprendizaje: se puede aprender, siempre). Como filólogo y escritor, me resultó muy esclarecedora la parte que dedica al lenguaje, su reivindicación, en fin, pues no disponemos de un lenguaje digno y a la altura: o es soez, o es infantil y plagado de eufemismos, o es científico y médico.
La segunda sección es para tomar apuntes. Se titula Viaje a los orígenes del mundo y desarrolla poco a poco la anatomía sexual femenina. Dirigido a mujeres, como dijimos, va explicando todo lo que una mujer tiene anatómica y fisiológicamente al respecto, que seguramente ni ella misma conoce en toda su plenitud. Sus puntos, y más allá. Ellas tienen bastantes puntos, sí. Es una sección crucial que justifica el título del libro. Ya en el primer capítulo del libro lo advertía. Parafraseo: "Si nosotras mismas desconocemos lo que tenemos ahí, cómo esperar que un hombre, que no lo tiene, lo sepa".
La tercera parte es ya el cinturón negro, con lo asimilado de las dos secciones anteriores: Alcanzando el virtuosismo erótico. Tres capítulos que ni te explico de qué van, para que uses tu imaginación y trates de hacerte con esta obra, y el último, como he dicho, para nosotros los hombres, con el título explícito (a ver, es para hombres ese capítulo) de Instrucciones fáciles sobre ellas para ponérselo fácil a ellos.
En definitiva, altamente recomendable.