Vaya por delante: ni lo juzgo ni lo critico, más bien lo aliento con sinceridad de maestro de adolescentes y de amante de la lectura. Leer es leer. Les brillan los ojos cuando te hacen un resumen rápido porque así aumentan la nota de Lengua, o en conversaciones espontáneas, con un entusiasmo contagioso, esos tochacos enormes de portada a veces brillante y de páginas señaladas con pegatinas de colores para según qué, tan ordenado y mono a un tiempo. ¡Vamos, anda que no están disfrutando, y con la lectura! ¿Cómo iba a criticar eso? Como en las series para adolescentes, los protagonistas son algo mayores, universitarios por lo general; siempre hay problemas que se enredan, con líos familiares que hacen a los personajes huir; mucho romanticismo, situaciones comprometidas, sexo explícito y muchachos que te ponen en aprietos, especialmente uno o dos malotes que, aunque son malotes, malotes, te los comerías a besos. El nuevo estereotipo de hombre ideal que tampoco es tan nuevo. Los de la vida real somos todos unos insensibles que vamos a lo que vamos y ya está. Para que luego se hable y se hable de la sexualización de la mujer en esta sociedad tan contradictoria con eso de la mujer; aquí se sexualiza al hombre en el concepto de relación sexo-afectiva que por lo general suele manifestar la mujer, esas expectativas que van a chocar con la realidad quieras o no. Pero, vamos, yo lo entiendo: ¿te imaginas a ese tío que cumple la por lo general casi infinita lista de requisitos para ser perfecto? ¡Pues estamos en el mundo de la imaginación! Debe de ser muy emocionante materializarlo en palabras y muy emocionante leerlo si eres chica de cierta edad y sensibilidad. Pues sí, amigos, existe una literatura femenina, enfocada a un público femenino (que a algunos hombres les podría gustar), como existe literatura masculina enfocada a un público masculino (que a algunas mujeres les podría gustar). No pasa nada, digo que no lo critico. Es así, y no es nada nuevo.
Este tipo de literatura ha dejado joyas, como suele suceder en prácticamente todos los géneros. Nadie está diciendo que tengan que carecer de calidad literaria. Yo disfruté muchísimo leyendo Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, novela sentimental muy dirigida a las lectoras de la época. Y si una Carmen Martín Gaite no tiene reparos en reconocer que de joven leía novela rosa, y lo que le impactó, y se relame recordándolo...
Más allá de que soy un hombre ya de cuarenta y nueve años, profesor de Instituto (de Lengua), licenciado en Filología Hispánica y propenso a leer clásicos, de esos que le llaman más la atención un libro antiguo que uno moderno, más allá de eso, lo miro con la misma indiferencia que un niño jugando a cosas de niño miraba a una niña jugando a cosas de niña; lo asume: lo mío está aquí, lo de ella allí, no va a haber conexión entre He-Man y Barbie; mi Playmóbil del séptimo de caballería desconoce la existencia de la extrañísima raza de los Pinypón. Y las chicas click de mi época poco parecían chicas, esas pestañas exageradas y un vestido a lo Heidi y ya, y los chicos Pinypón o el Ken no eran más que meros complementos de las Pinypón o la Barbie. Eran una población minoritaria en cada universo y con las hechuras parecidas a las del otro sexo, ni mis G.I. Joe ni mis Airgambóis se iban a ir de parranda con ese Ken, ya te lo digo yo. Y, en fin, ya he reconocido a través del protagonista de mi novela (Amae pop blue, capítulo 32), que yo leía tebeos (Spider-Man, Mortadelo, Hazañas Bélicas, ...), luego los libros de Elige tu propia aventura (esos negros de Dragones y Mazmorras de Timun-Mas, tan para chicos, muchas veces escritos por mujeres), y de ahí del tirón a puros clásicos de la literatura, ¡quién lo diría!
Pues por eso mismo no critico esos libros o, más bien, alabo a mis alumnas que los leen. Es su camino.
Yo soy quien soy, tengo la edad que tengo y leo lo que leo. También es verdad que mis inicios lectores fueron raros en mi propia época, si me engancha con dieciséis años el Unamuno de Niebla y su teatro (Raquel encadenada, Fedra, La Esfinge, ...) y su Cristo de Velázquez. Ahora escribo una novela como la escribo, y me veo a veces sumergido entre determinadas corrientes que, seré sincero, me cansan algo, pero tampoco lo voy a criticar. No hablo ya de la excesiva avalancha de novela histórica, con más enjundia, sino más bien a, de nuevo, tochazos de fantasía y brujería muy manida (y a mí me encanta Tolkien, lo he dicho muchas veces, y no le hago ascos a la fantasía), me parece enlatada y lo más que me llama la atención de estas novelas que venden tanto son las que se extreman o autoparodian, con toques de humor realista muy hilarante tipo la serie True Blood; o esos mismos para público femenino, adolescente y no adolescente, y tantos otros de portadas brillantes y coloridas, aforismos ultramodernos y aparente profundidad o aparente frivolidad, ya depende. Yo no voy por ahí, al escribir no lo pretendía ni por asomo, mis intenciones y proceso han sido bien distintos. Pero esos géneros cerrados, con sus horizontes de expectativas narrativas y de construcción de personajes, esas sagas, esa mercadotecnia y márketing, con esos fans que, insaciables en la lectura y entusiastas en Tiktok, parecen los de Alejandro Sanz o Justin Bieber en su momento, son una marea imparable en las redes. Y me es imposible criticarlo: solo expreso que yo ni estoy ni quiero estar ahí. No puedo criticarlo porque la lectura es placer y esas personas se lo están pasando bomba leyendo esos libros. Igual es con la música: si emitiera yo, un apasionado del rock en la mayoría de sus variantes, mi opinión acerca de El Arrebato o Manuel Carrasco, sería mi opinión, y la argumentaría, pero es una tontería hacerlo, y ¿qué podría tener yo en contra de aquellos que disfrutan con esa música, si la están disfrutando y les hace sentir? Simplemente no la escucho porque no me interesa, y ya está, paso, como ellos pasan de mis cosas, como pasábamos cuando veíamos a las niñas jugar con la Nancy mientras nosotros hacíamos volar el Halcón Milenario y ellas pasaban. Está bien.
Lee. Lee, lee, lee, encuentra tu camino y ve disfrutándolo, refina tus gustos, diversifica intereses cuando llegue el momento. Ese es mi tip de hoy.
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