MATICES, PEQUEÑOS DETALLES, COLORES.
UTILIDAD, EVOCACIÓN Y PLACER ESTÉTICO.
Hay pequeños detalles que producen en mí intensas emociones. Son capaces de evocarme, durante un instante, sensaciones y sentimientos que forman parte de mis recuerdos. De algún día particular de mi infancia, o de una bendita rutina ya pasada.
Por ejemplo, este otoño una ráfaga de aire trajo a mi olfato el aroma de un sauce cercano. Ese olor me transportó, de inmediato, a pequeños momentos inconexos de mi niñez y me trajo un buen montón de imágenes del Bloque 43, donde estaba mi casa, con dos grandes sauces enfrente, entre los que jugué en multitud de veces, que contemplé otras tantas desde la ventana de mi salón en días soleados y en días de lluvia. Pero, más allá de imágenes, me devuelve estados mentales: sensaciones y formas de estar, vibraciones, de otra época que ya no volverán. Se trata de una sensación agradable, tranquila y espectacular al mismo tiempo, sorprendente, tranquilizadora e inconfesable. Ni siquiera ahora soy capaz de explicarme.
Yo siempre he sido más de mirar al suelo que a mi alrededor, de apurar el pequeño trago más que de beber copa tras copa, de recrearme una y otra vez en tres o cuatro aspectos de mi vida que en ensancharla, de valorar pequeños detalles por encima de la totalidad. Digo esto tanto para lo bueno como para lo malo. De pequeño, me entusiasmaba encontrar piedras de diferente matiz, observaba insectos. Me colma más un poema que una novela. Hace un tiempo me di cuenta de la belleza de las pequeñas florecillas en las que apenas nadie se fija, esas que nunca se venderán en una floristería.
Muchos alumnos me preguntan por qué llevo tantos bolígrafos y rotuladores de diversos colores. ¡Me encantan! Y los uso. Siempre me han llamado la atención. Esta costumbre se potenció al hacer Selectividad, pues mi profesor de clases particulares me recomendó que figuras y diagramas las hiciera en diversos colores para darle un respiro visual al corrector. Así que os podéis imaginar el colorido de la mesa de madera noble sobre la que se arrastraba un objeto (la pinté hasta con cajón) y el colorido de los vectores de movimiento y su posterior caída libre en Física, o del interior de una célula en Biología.
Ahora, cuando estudio Psicología, me gusta usar el morado porque es el color representativo de esta carrera, al igual que usaba el celeste en Filología. Tenía el violeta normal y el otro más tipo rosa, el magenta. Así que, cuando encontré el violeta claro, ¡no dudé en comprarlo! ¡Y en usarlo! Cuál sería mi sorpresa cuando encontré una florecilla de esas que, como yo, combina esos tres tipos de púrpura.
Además, antes un libro de técnicas de estudio me recomendó usar varios colores para subrayar temas. Así que, con los años he creado un sistema muy complejo de subrayado que me permite estudiar por capas. Títulos y epígrafes: Morado, celeste y rosa, por ese orden de importancia. Cuerpo de texto: Amarillo y rojo: Definiciones y afirmaciones de importancia; naranja: características y desarrollos; verde: importante pero menos que los otros. Y me reservo el azul oscuro y el verde azulado para otras contingencias.
Lole ya lo decía, y Triana también "¡Todo es de color!"
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