miércoles, 30 de julio de 2025

"LA NOVELA DE GENJI": MI EXPERIENCIA LECTORA Y SUS VÍNCULOS CON "AMAE POP BLUE"


Eso es lo que hago cuando hablo de libros, por lo general: dejar breves apuntes de mi experiencia como lector. Sin importarme que sean muy subjetivos o rayanos con la anécdota personal, o en los lindes de una reseña. Y en el caso de La novela de Genji, al ser un clásico entre clásicos, a la altura de nuestro Quijote, a ese nivel de clásico, primer nivel, pues menos me atrevería a verter sobre esta obra nada más que impresiones personales con gestos de reverencia propios de la época Heian. No tengo rango. Hacer algo más sería incurrir en el pecado de la soberbia, una hybris que seguro que me trae un terrible castigo.

Y más por cómo me la he leído, que realmente no lo he hecho aún. Me leí el primer tomo de la edición del Círculo de Lectores, Vida de Genji I. Esplendor. Ahora estoy con el II, Catástrofe. ¿Y cómo me lo leí? Como si fuera poesía. Disfrutando de sus páginas como si fueran sorbos pausados a una taza de té blanco, llegaba yo al Genji muy con los haiku y, sobre todo, el Kokinwakashu, muy paladeados y en esa sintonía. Lo leí pausadamente, sin importarme en absoluto si seguía bien su trama (o sus tramas, o su trama-excusa) y si recordaba o no quién era quién con un elenco de personajes tan amplio. Al menos, no con la intensidad deseada, disfrutando, eso sí. Sin ansiedad por acabar cada capítulo, que podía hacerlo igual a los quince minutos que una semana después. Lectura ingenua en el más puro sentido, y con ánimo de que su ambiente, y su tono elegante y antiguo y aristocrático y poético, y la voz femenina de Murasaki, me envolviese. Y nada más. Y todo esto en plena producción de Amae pop blue, que no parte de este clásico, no está en sus primeros borradores con el Genji en mente, pero sí que en una sintonía tal que verdaderamente le influye, y se constituye en muchos sentidos en un respaldo bibliográfico, y así aparece en la Bibliografía de Amae pop blue en su Volumen III. Un Genji que, además, aparece en primer plano en Máscaras femeninas, de Fumiko Enchi, otro libro-respaldo del mío que leí en su proceso de escritura. Ambos, Genji y Máscaras femeninas, me daban un respiro, además, cierto descanso. El sexo en Amae pop blue iba a ser muy explícito a propósito, aunque no en todos los casos (depende de la personalidad y el tipo de relación de cada personaje femenino con el protagonista u otros, el sexo igual es muy explícito y detallado que simplemente sugerido según quién). No porque estaba escribiendo una novela erótica: si me hubiera propuesto escribir una novela erótica, jamás la habría escrito así. Iba a ser explícito como rasgo de estilo y como reivindicación de varios asuntos que ahora no voy a abordar. Eso, en una persona como yo, me ponía ciertas barreras mentales al no saber el impacto en lectoras de una cuestión vista con ojos masculinos y narrada con voz y corazón masculinos. Las voces de Murasaki Shikibu y de Fumiko Enchi en lo literario, y las de Barbara Keesling y Sheri Winston en lo teórico y práctico, me acompañaron todo el tiempo, voces femeninas. Obviamente, en el Genji no hay sexo explícito, es sugerido, y a veces ni siquiera eso. Aunque es un no parar, seguro que mucho más que en mi novela, míralo bien. Sugerido, elegante y terrible a nuestros ojos de occidentales de hoy si le quitas su poesía y su contexto y lo contemplas como hechos en sí. Pero este último comentario es tan anacrónico que os pediría que no me lo tomaseis demasiado en serio. 

     La novela de Genji me respaldaba en varios aspectos mientras redactaba mi novela. El ambiente y el género narrativo, fundamentalmente. El Genji es monogatari, no es novela propiamente dicha, de hecho no todos traducen su título así. Es que si lo llamamos cuento nos va a parecer un cuento de excesiva extensión, claro, tenemos ya demasiado acotados esos términos, novela, cuento, que no hay etiqueta de género para esta obra. Es una historia cronológica, sí, con un protagonista y un abundante número de personajes de los que vemos su evolución. Pero aun con todo, no hay una trama unitaria, ni la acción es el elemento clave de esta historia. Es poética y sensible en lo que narra, y añade poesías incrustadas. Cada capítulo sucede a otro, pero podrían leerse sueltos perfectamente. Y todo eso pasa en Amae pop blue, salvando las distancias, especialmente en su primera parte, la más antigua. Y descubro el Genji después de sus primeros bocetos, ¡serendipia! Pero no es el Genji el único, vamos a ser sinceros. Lo he dicho muchas veces, a ver si me oyen los encorsetados de etiquetas de género (literario), me encantaría aliviarles esa apretada presión en sus cinturas: ¿alguien puede decirme cuál es el argumento de El Quijote, y si considera que su argumento es lo más importante de esta obra? ¿Y el de Rayuela? ¿En qué consiste el deleite estético de leerse una novela pastoril? ¿Y tantas obras de la Generación del 98, si exceptuamos a Baroja? Por ahí van los tiros, no me quiero extender más con esto del género. La novela de Genji es para disfrutarla en sensibilidad, es lectura gourmet, se saborea pero no se zampa.

     Y luego el ambiente. Esa sintonía. Más allá de que se mencione la obra en un diálogo entre Marisa y Rodrigo y todo lo que surge de ahí, ya en una de sus segundas partes. El ambiente... El Genji crea un ambiente al leerse, al seguir la voz de la narradora, ese ambiente sí que me envolvió en éxtasis lector y me acompañó en la redacción de muchos pasajes de Amae pop blue.


Nota: La edición en dos volúmenes que he leído (I) y leo (II) es la de Xavier Roca-Ferrer, para Círculo de Lectores; Ediciones Destino; Barcelona, 2007.