SANTIAGO EXPÓSITO AMARO: Poesía es... ¡apretar los puños! Domiduca Libreros; Madrid, 2024 (yo leo la segunda edición de enero de 2025).
No sé si borracho, un borracho tarda en darse cuenta de que
lo está. Digamos que aún mareado por los versos de Santiago Expósito,
Kamawookie, en Poesía es… ¡apretar los puños!, constato en ellos que las
palabras y la música tienen el mismo efecto redentor. Te salvan, rescatan hasta
los peores momentos convirtiéndolos en aprendizaje vital o, al menos, en la
cristalización de la perla inesperada.
Es una
bebida que entra bien, con ser fuerte. Las palabras fluyen con contundencia,
el ritmo es bueno. Pero es intenso. Se suponía que me lo iba a tomar de a
poquito, pero aquí estoy, con la botella ya vacía. En mi particular y subjetiva impresión de este
poemario, a mí se me asemeja al bourbon. No deja de ser whisky,
sí, pero lleva consigo un sabor dulce.
Claro,
en mi subjetividad, no dejo de maravillarme de la conexión de estos versos
conmigo y mi reciente novela. Especialmente por las concomitancias: rock,
poesía, amor, frustraciones vitales, retos a salvar, ternura, pasión, sexo, literatura,
desolación escondida en la tranquilidad o el optimismo, el disfrute de las supuestamente
pequeñas alegrías de la vida entre tanta lágrima (en este libro más sugeridas
que otra cosa), lucha. En lo vital, sin embargo, atisbo que hemos llegado aquí
por rutas biográficas bien distintas, quién sabe si opuestas, no lo sé.
Me
quedan, lo confieso, dos asuntos importantes con este libro: mirar el contenido
de los QR que trae y la relectura más pausada, tras la emoción del enganche.
Bien. Eso pasará cuando tenga que pasar.
Tal vez
no sea de justicia una especie de reseña tan, tan personal. Pero no me pongo
límites: así es como, en mi borrachera poética, he querido hablar de Poesía
es… ¡apretar los puños! Estoy convencido de que otros pueden desentrañar
estos versos en análisis menos impulsivos. Incluso yo mismo en otro momento. En
la línea que he emprendido sí puedo asegurar que, como el rock, como mi propia
novela también, hay mucha más profundidad en forma y fondo en este poemario de
lo que a algunos les pudiera parecer, me refiero a los acostumbrados a una imagen predeterminada, a los de la primera impresión. La portada, que a mí me parece genial, es muy acertada, es "como debe de ser", como diría Rosendo en Leño, y refleja muy bien el espíritu del libro, al igual que el
título. Una segunda edición no es poca cosa. Es buen bourbon, de
los reposados. ¡Salud!