sábado, 28 de febrero de 2015

Uso del lenguaje y conexiones literarias en "El espíritu del vino" de Héroes del Silencio



COMENTARIO LINGÜÍSTICO Y LITERARIO DE EL ESPÍRITU DEL VINO, DE HÉROES DEL SILENCIO



INTRODUCCIÓN: LA AMBIGÜEDAD EVOCADORA

Escucho últimamente bastante, en mis pequeños trayectos, el álbum El espíritu del vino de Héroes del Silencio. Se solía decir, y aún hoy, e incluso ha quedado escrito, que las letras de las canciones de este grupo son de carácter críptico.
     Efectivamente, son letras difíciles de entender. Se inclinan hacia una especie de post-culteranismo y, aunque no se entiendan plenamente, crean un ambiente que suele gustar: de trascendencia, de haber descubierto la verdadera realidad tras la apariencia de las cosas (simbolismo), de traer grandes tesoros tras variadas experiencias, de conectar con un espíritu renovado con lo joven y moderno, y con lo universal, ... Y más en El espíritu del vino, con un marcado toque orientalista ("Flor de loto" es el tema más explícito a este respecto).

     Al hacerse difícil, por no decir imposible, desentrañar el significado "último" (más bien, primero) de lo que cada canción quiere significar, es decir, el no desvelarse de manera intencionada los referentes que, como mínimo, inspiran cada canción, no solo se crea el ambiente antes mencionado, sino que se da pie a la ambigüedad poética, adoptando cada poema, así, multiplicidad de significados, no tanto por las posibles interpretaciones que le pueda dar cada receptor (oyente) al intentar razonarlas, sino sobre todo por el potencial emocional del que cada cual podría dotarlas, y más si lo vincula a un estado o vivencia personal, o a una época. Los textos, así, más que significar, pasan a sugerir y evocar, y en ocasiones a invocar y a convocar. 


     La trágica historia de la sirena varada (¿trágica?, ¿historia?) puede hacer que nos identifiquemos con ella y que pase a tener significados incluso opuestos; el mendigo que siempre está a su lado, su compañero de viaje, tanto puede ser para cada cual la amenaza de ruina, la muerte que se anuncia, el pecado, un problema concreto, una tara, un amigo, la sabiduría, el instinto, el pasado, lo que uno debería haber sido (el yo ideal), ... ¡Y de cuantas formas se puede gritar al viento: ¡Puedes contar conmigo!! ¿Y qué decir del escalofriante También vendrás tú?

     Por eso, perdónenme, es estúpido preguntarse qué significa exactamente cada canción. Por eso, y porque el autor no quiere que se sepa de manera explícita y concreta. Algo que se agradece, por cierto, porque en lugar de contarnos una anécdota personal, de revelarnos a las claras un pensamiento o sentimiento, lo formula de modo que se conecte con lo ESENCIAL del caso (de la sensación, del razonamiento, de la relación, ...) y se EXTIENDA, por falta de concreción, a muchos casos y realidades en mayor o menor medida conectados con el original.
     Además, aquí opera una especie de recurso, o macrorrecurso literario, el ENIGMA. Son letras marcada y enérgicamente enigmáticas, y son así a propósito.
     Tengo la impresión, y aquí me aventuro un tanto, de que Bunbury (o Héroes, el autor, en definitiva), consigue el objetivo personal de dar cauce a la expresión de vivencias, pensamientos y querencia estética propia, de un lado, sin exponerse individualmente, y de otro, lograr la ambigüedad poética y el objeto estético. El aire de misterio que encierra el estilo de escritura del autor es parte de su encanto y sello distintivo.





RECURSOS LINGÜÍSTICOS Y LITERARIOS


Entre los muchos recursos que usa, están un vocabulario muy escogido (aunque no oscuro); la aparición de diversas personas (el yo, el y el nosotros son los más habituales; pero también el ellos), contribuyendo a la impresión de vivencia individual, relacional y grupal (endogrupo y exogrupo): en general, consigue así el movimiento en diferentes planos, muy dinámico, además del efecto de comunicación real; no existe, por otro lado, ningún descanso: cada frase, cada sintagma, está dotado de alta significación (no hay, o no se notan, las frases de relleno, las oraciones típicas o previsibles), lo que otorga trascendencia a cada verso; una conexión débil entre enunciados (ambigüedad a nivel de cohesión textual, aunque es buena, y especialmente de coherencia textual), aunque formalmente una frase deriva a otra; uso de interrogaciones, exclamaciones, palabras de connotación afectiva, citas y entrecomillados; imágenes de distinto tipo, tanto cultas (escenas de cine) como de condición popular (juego en el almacén, tabernas); 


alusión a personajes mitológicos, prototípicos; gran cantidad de tropos, siendo la metáfora y el símbolo ("flor de loto") muy frecuentes; he creído observar en algún caso que el supuesto desvelo del término real (metáfora impura) puede ser a su vez otro término imaginario (metáfora en la metáfora: matriuscas) -esta afirmación es una impresión derivada de la sucesión de símiles y metáforas en las distintas frases conectadas sintáctica pero tal vez no semánticamente; quizás no sea cierto: refutaré mi propia afirmación o la confirmaré con un ejemplo en breve-; uso natural, y sin romper el tono del discurso, de palabras en principio inesperadas y de difícil encaje, que contrasta con la exquisitez del vocabulario escogido en general: letrinas, masturbación, avío, ...

     (En lugar de preñar cada afirmación con multitud de ejemplos, iremos comentando canción a canción en sucesivas entradas en este blog).

SIGNIFICACIÓN, SENTIDO Y CAMPOS SEMÁNTICOS RELEVANTES

     Ahora bien, que el texto sea hermético o críptico, o difícil, no significa que esté vacío. Una cosa es jugar con palabras, conectarlas al azar, hacer frases sorprendentes o bonitas o sugerentes y enlazarlas sin sentido (y eso tiene también su valor, que no debe despreciarse, como decía el malogrado Rafael de Cózar) y otra distinta es crear textos con un significado oculto, o declaradamente oscuro. Yo no veo que las canciones de Héroes del Silencio no tengan sentido. Lo que creo es que no nos es dado conocerlo, ni importa más ese significado primario inalcanzable que los que adopta después.
     Las letras de Bunbury aquí tienen mucho de vivencia personal y de su digestión. Aparece el pecado (tus errores, lo que te atormenta, la disonancia cognitiva, la dificultad de ser coherente), la tentación, los palos desde fuera pero, sobre todo, desde dentro de uno, nuestro lado oscuro, las expectativas y esperanzas truncadas, o no del todo cumplidas, con respecto a la religión, el arte, la filosofía y el acervo popular. 

     Creo intuir que la experiencia sexual en su faceta traumática y generadora de interrogantes morales y de conocimiento personal está muy presente. Si se trata de una obsesión, de una práctica concreta, de un deseo, o simplemente del sentimiento adolescente de culpabilidad después de una masturbación, eso no lo sé, nunca lo sabré, ni lo quiero saber. Tampoco me importa si Bunbury es un libertino o un reprimido, si tiene escrúpulos o si no, si es su conciencia que le martillea o si habla de ello con ligereza para referirse a otras cosas. Sé que puedo aplicar sus letras a mí mismo y que me puede resultar de ayuda si lo giro, como un catalejo o un caleidoscopio, adonde me toca, adonde lo siento significar.
      Aparece como imagen, y con diferente matiz, el juego de azar. Existe, asimismo, una referencia explícita al hecho de beber alcohol, así, tal cual. Podría tratarse, el espíritu del vino, no de magia chamán, sino del disfrute moderado del alcohol, conectándolo con su parte social (encuentro amable) y trascendente (el vino adquiere referencias religiosas, como también fumar -la pipa de la paz- en otras culturas), y que esté protestando contra un abuso que le quita el sentido y la fuerza ("Las bebidas psicoactivas no bombean suficiente"); contra el alcoholismo y el malbeber típico de esa (esta) generación.

     O no. También podemos pensar que es una metonimia y hay que trascender el tema del alcohol y llevarlo a otras esferas, y referirse a la unamuniana ansia de eternidad ("¿estás dispuesto a devorar estrellas que sacien tu sed?"), a la angustia existencial, a la sensación de que nos falta algo y no sabemos cómo incorporarlo. O que se trivializa.
     Tanto en la sexualidad como en el alcohol, entendido como su ingesta literal o metonímica, hay ciertas conexiones con la espiritualidad, no necesariamente orientalista; de hecho, y será porque yo lo soy, encuentro explicaciones desde las creencias cristianas y su espiritualidad a los fenómenos a los que parece aludir el grupo. La ya mencionada frase "podría tratarse de magia chamán", referido a occidente y su miedo, alude a un concepto que escapa de lo racional, es decir, que movimientos históricos de naciones, decisiones individuales, tendencias, mente repentinamente obnubilada, el destino, ... pueden tener explicación en una realidad superior que influye en la inferior, en batallas espirituales tras el telón de la "realidad". Y, por otro lado, esto de querer desansiarnos comiendo y bebiendo apunta, seguramente que de forma inconsciente, al hecho señalado por C. S. Lewis que basaba el pecado, el mal proceder del hombre (su egoísmo) en querer comernos a los demás (anulándolos, aprovechándonos del prójimo, rebajándolos, humillándolos, hasta llegar a veces al homicidio y al borrado de la memoria de su existencia) en una actitud contraria a la del cristiano, en una constante necesidad de saciarse sin llegar a conseguirlo nunca, como en los terribles castigos griegos al estilo de Sísisfo.
     
     Hay aquí, en fin, un reconocimiento de culpa ("no ignoramos nuestros excesos", se confiesa desde el principio; un tema se llama "Culpable", precisamente), pero asimismo un intento de sobrellevarlo ("¿Quién sabe si es mejor así?") si no es posible superarlo ("me negaré del todo" es una frase que nos lleva directamente al "... niéguese cada uno a sí mismo, ..." de Cristo, aunque también remite a los estoicos, dependiendo del después de ese negarse y su para qué).
     Sin embargo, esta culpa y su sincero reconocimiento no resta fuerza moral para protestar ("... pero tu sola presencia me enferma y me vacía", sin saber si refiere a una persona como en "Entre dos tierras", o a una situación, a una institución, a una sustancia, a uno mismo, ...). Se ponen sobre el tapete el yo íntimo y el yo social, es decir, el quien soy por dentro y el que ven los demás (un poco como explica Unamuno en Del sentimiento trágico de la vida): "la apariencia no es sincera", algo que forma parte de la experiencia de todos. También aparecen los estándares del yo (lo que querría ser, lo que debería ser).

FINALE: KAKEKOTOBA Y EL LIBRO DE JOB

     Quiero ahora, para terminar este artículo extenso que dará paso a otros más breves, uno para cada tema musical, centrarme en dos cuestiones muy concretas. La primera es muy personal, pero creo que ilustra muy bien lo que dije al principio de la ambigüedad poética; lo segundo, es por aprovechar.

     No creo, no por prejuicioso, sino por improbable, que la letra de una canción de Héroes del Silencio haga referencia al libro bíblico de Job, el más antiguo, aunque quién sabe. Yo lo "he visto": será porque estoy afrontando por segunda vez, en edición reestructurada, el delicioso Desde el torbellino, de S. Stuart Park (ed. Camino Viejo/ANDAMIO). Son meditaciones, reflexiones, 365 en total, basadas en pasajes del libro de Job. Sea como sea, consciente o inconscientemente, resuena el eco del sufriente Job aquí:

Pierde el cielo equilibrio,
cae derrumbado encima de ti, [...]
¿Duele el dedo en la llaga?
Contempla el vacío desde este rincón.
Muérete a solas, nadie te enseña.

     El muérete a solas del último verso son las palabras del abandono de su mujer, cuando ya hasta Dios le había dejado: Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete (Job 2:9). También el nadie te enseña, que aparecerá después, cuando su amigo Elifaz le recuerde que en tiempos de prosperidad él enseñaba a otros, pero se equivoque con palabras ciertas ("la apariencia no es sincera"), y en lugar del consejo veraz y el consuelo haga otra cosa, añadir mal al mal, "meter el dedo en la llaga", para mayor dolor y sufrimiento. La soledad total incluso en la compañía de los que se han acercado a condolerse de él. Nadie le enseña; Dios no le guía: le ha abandonado. Sus amigos le aleccionan, pero no le muestran su realidad (no pueden); ningún amigo le dice "¡puedes contar conmigo!", al contrario, le meten el dedo en la llaga - "creyendo ser sabios, se hicieron necios".
     Por otra parte y en otro orden de cosas, hace poco hablé del kakekotoba, y no puse ningún ejemplo en español (es un recurso propio de la lengua japonesa). Creo ahora que tengo aquí un ejemplo, si no lo he malinterpretado:

[...]

si estás dispuesto a afrontar la escena,
no es de William Blake 

[...]

Por una parte, "Si estás dispuesto a afrontar la escena,/ ... / ¿estás dispuesto a devorar estrellas / que sacien tu sed?". De otra: "La escena no es de William Blake". Con mención una sola vez de la palabra escena.

     No sería del todo kakekotoba si podemos suponer esta conexión: "si estás dispuesto a afrontar la escena, (que sepas que esta) no es de William Blake", poniendo a continuación un punto y no vinculando la frase directamente a los versos siguiente, la pregunta de las estrellas (en el libreto original no se usan las mayúsculas iniciales); es decir, el primer verso sería la prótesis (la condición) y el segundo la apódosis (lo condicionado). Pero sí lo es, como creo que es más fácil de entender, si consideramos la apódosis los versos de la pregunta.




Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com



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