viernes, 6 de febrero de 2015

De cacofonías y figuras literarias en la vida real


FIGURAS LITERARIAS FORTUITAS Y DEL DÍA A DÍA



Hoy es seis de febrero de 2015, y esta mañana, no sé en qué cadena televisiva, pusieron declaraciones de los representantes de ACREDITRA (Sistema Español de Acreditación de la Transparencia), a cuento de un tema político de actualidad. ACREDITRA, como palabra, son siglas con pretensiones de acrónimo que, además de reflejar los vocablos que lo originan, pretende jugar con el concepto 'acreditar' y  'transparencia', saliendo así ACREDITRA, con dos grupos consonánticos con /r/ trabados ambos, que en español cuesta pronunciar. Uno sí, pero dos a un tiempo ... Si la pretensión es que fuera tántrico, mántrico, ... Ya digo, en español suena algo cacófono. Piénsese por qué no decimos *proprio, sino propio. O, piénsese, si no, cuál es una de las mayores dificultades para pronunciar bien el trabalenguas de los Tres tristes tigres que, dicho sea de paso, es normal que estuvieran tristes si, siendo tigres, se encontraban comiendo trigo. 


                                               

     Incluso con un grupo de oclusiva+/r/ (o /R/, si se quiere ser más preciso) puede haber problemas si en la misma palabra aparece una o dos consonantes oclusivas más. El ejemplo paradigmático es croqueta, y la incesante lucha de años contra la otra pronunciación, cocreta, que "probablemente" ya haya aceptado la RAE (... no quiero acordarme), y sus otras variantes: *cocleta y *coqueta. De hecho, cuando traigo este ejemplo a las aulas de Secundaria, suelo continuar la broma haciendo que mis alumnos, si son capaces, digan crocretra. Todo un reto, como el de los tres tigres. Así, si en este Sistema Español han pretendido ser ingeniosos, originales con el lenguaje, otorgándose ese nombre, no podemos dejar de pensar que, desde luego, no suena serio, más bien parece un poco de risa, la verdad. Si ese intento hubiese salido bien, lo habría conectado con mi última entrada sobre figuras literarias, pues habría sido una especie de kakekotoba en una palabra, no en una oración.

                          

     En general, en lo que se refiere a cualquier uso especial del lenguaje, cuando se hace a propósito y bien, es una figura literaria (1); cuando se hace a propósito y mal, generalmente es una cursilada o una demostración de pedantería (2); cuando se hace inconscientemente y mal, es un error gramatical, pragmático-discursivo, de estilo o de redacción (3); cuando se hace inconscientemente y bien, o le ha sonado la flauta al burro (casualidad) o es que lo tiene automatizado (4).

     El ejemplo más claro y típico con el que podemos tipificar el contraste entre (1) y (3) es el POLISÍNDETON. La repetición innecesaria de un nexo, generalmente la conjunción copulativa y, entorpece los textos y se considera, cuanto menos, un error de estilo: estaríamos en el caso (3). De hecho, no es extraño encontrar alumnos que, para referir un suceso por escrito, unen todas y cada una de sus oraciones con y, sin mediar punto y seguido alguno, hasta llegar al punto final. Cuando me enfrento a estos textos, suelo ponerles en clave de humor: "Usa de vez en cuando el punto y seguido... ¡Me ahogo al leer!" Además de recomendarles usar además, luego, asimismo, entonces, .... Son textos achorizados, como una ristra de chorizos unidos por y. Claro, cuando a estos mismos alumnos se les explica el polisíndeton o lo ven en un texto literario o, en general, culto, a veces quieren sancionar a su autor como yo los sancioné a ellos (más bien, corregí amablemente). Y no. No es un error, es un polisíndeton: "¿no veis lo bien que suena?", les suelo argumentar yo (El prado y valle y gruta y río y fuente / responden a su canto entristecido / ... de Herrera, el Divino).



      Ejemplo de figura literaria mal traída (2) es el uso del epíteto sin habilidad, como si poner adjetivos innecesarios delante del sustantivo al que se refieren fuera un plus de literariedad. Es cierto que en muchas narraciones de ficción se hace con bastante frecuencia, y el escritor novel o que pretende "lucirse" lo hace porque sí, como si fuera esa la receta que va a embellecer su texto. Me voy a inventar yo un ejemplo, a ver qué tal de mal me sale: "El esplendoroso sol salía en ese preciso momento. Los rubios cabellos de la triste y silenciosa niña se extendían sobre la cuadrada mesa que su viejo tío le hubiera regalado. Él puso sus malditas manos sobre su bello cuello ...". Y, como ejemplo rápido de (4), los pareados no intencionados, con la coletilla Sin haberlo planeado, / hemos hecho un pareado. La verdad, cuando uno está inmerso en la creación de poemas, especialmente si se ajusta a las estrofas clásicas, pero muy, muy metido, puede ser capaz en algún momento de hablar espontáneamente usando la rima, por lo interiorizado que la tiene en esa ocasión (o si se es un actor de teatro clásico, pongamos por caso). La práctica es el to', que dicen por aquí.

  
                       



     A veces nos encontramos en la vida con figuras literarias no intencionadas, incluso de índole autobiográfica y personal. Cuando me dieron mi primer destino definitivo como Profesor de Secundaria en el IES El Pomar, en Jerez de los Caballeros, en mis listas de alumnos no faltaba el apellido Caballo. Hay muchos Caballo allí en la ciudad templaria. Concursé, y en mi nuevo destino, el IES Torre del Rey (Pilas) me encontré con muchos alumnos cuyo apellido era Cabello. Caballo-Cabello: paronomasia de mi trayectoria profesional. Ahora estoy en el IES Alminar (Bollullos de la MItación), y se ha cortado el proceso, aunque en Jerez también estaban los Ceballos, y en Bollullos no falta algún que otro Cabello. Pero, como digo, esto es algo muy personal. 


     Así, aquí entra en juego el PALÍNDROMO si aparece en tu nombre o apellidos. El palíndromo es como los números capicúa, pero con letras, es decir, se leen igual al derecho que al revés, de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Los más habituales son palabras muy cortitas, como ojo, aunque las hay bien largas: por ejemplo, reconocer. Si tu nombre o apellido es un palíndromo, como el apellido Salas, pues ahí llevas una "figura del lenguaje" en tu identidad. Si quieres, además, puedes constituírtelo en lema (aspecto simbólico: del símbolo hablaremos luego, y dará pie a un artículo sobre Bécquer que traeré en breve, D. m.). Es decir, si eres un Salas puedes decir que siempre eres el mismo, del derecho y del revés. Si consigues hacer cumplir ese lema, serás entonces una persona íntegra, lo que no es poco. 

                                   

     En relación con esto, a veces puede pasar que tu nombre al revés signifique otra cosa. Por ejemplo, Aroa, leído al revés, es Ahora (olvidemos la h, que no suena y está intercalada). O bien, que tenga una sonoridad especial aunque no signifique nada. ¿No suena Razáclanza a palabra mágica, así como Abracadabra, Katchamka o Zasca? Pues no es otra cosa que Aznalcázar, un pueblo cercano a Bollullos, leído al revés. Y, además, hablando de lemas y emblemas, existen apellidos que pueden escribirse en parte con números, como P11 u 8a, al estilo del tan sevillano No8Do (No-Madeja-Do). 


     También con los nombres y apellidos podemos "formar" sintagmas y frases. A la tan traída Dolores Fuertes de Barriga, yo traigo un ejemplo mejor. Mi bisabuela se llamaba Salud de Toro Valiente, algo de lo que se debió de sentir orgullosa, pues hizo honor a su nombre, llegando a pasar el centenar de años de vida. Aunque cabría decir que tuvo salud de toro valiente (o sea, de toro bravo)... que no pisara el ruedo, claro; la salud de los toros valientes en este país suele ser de escaso recorrido.
               
     Algo más complejo, un tanto intencionado, es el caso de Ramón Román, periodista deportivo de ABC de Sevilla.  Para empezar, tanto nombre como apellido descansan en la misma base consonántica RMN, que pudiera pertenecer a una lengua semítica. Así que aquí tenemos, entre otras, aliteración (especialmente de nasales) y paronomasia. Además, no solo es que coincidan las consonantes, sino que asimismo forman palabras bisílabas y agudas, con tilde, por acabar en -n. Y las vocales son las mismas, solo que en orden inverso, cual la rima abrazada de los cuartetos, ABBA. Así, mientras las consonantes se reproducen en el mismo orden, las vocales aparecen especularmente. En cuanto a su sonoridad, por la distribución acentual diríamos que el binomio nombre-apellido, si fuese un verso pentasílabo, sería de ritmo yámbico, y por lo demás Ramón Román tiene un deje a din-don, a tic-tac, a badín-badán, pero aún mejor. 

             

     Para terminar, advierto, me voy a referir a dos cuestiones cuyos ejemplos son políticamente incorrectos y de carácter sexual. 
     El primero de ellos es la rima evocada. Podemos hilar versos de modo que acabemos diciendo una palabra pero evocando otra en el receptor a través de una rima que el oyente espera. El ejemplo que recuerdo es una cancioncilla que hacía mucha gracia en sus tiempos pero que hoy choca con nuestra mentalidad, al manejar la evocación de la palabra maricón (palabra que, por otra parte, nunca he pronunciado, siempre ha sonado mal, siempre ha sido despectiva y de muy baja catadura): 



Los hermanos 
Pinzones
eran unos 
mari... neros,
que se fueron
con Colón, 
que era otro
mari... nero.





     Esta cancioncilla humorística, ya antigua, aun hoy le hace gracia a muchos, que ahora no se reirán tan abiertamente porque saben que está sancionado socialmente ... de puertas afuera. A mí nunca me hizo gracia, ni jamás me he reído con este tipo de humor, así que quedo a salvo de que se me acuse de querer simplemente guardar las formas tirando contra él. Si traigo aquí el ejemplo es porque me parece muy bueno el recurso que usa, y no me sé otro. Juega con la psicología del oyente, en cuyas mentes la poesía y la rima es parte del acervo común, del día a día, como otras formas de comunicación.
     Un efecto similar al de los malos entendidos a través de los sobreentendidos, como la canción El bigote: Unos lo tienen chico, otros lo tienen grande ... ¿por qué será que a las mujeres les gusta tanto ... ese bigote que está de moda desde hace tanto? Aquí lo que se evoca es un concepto. Se enumeran unas características (tamaño, grosor, color, ...) y se explicita su variedad; al mencionar a las mujeres queda claro que se trata de algo propiamente masculino. Se trata del bigote, pero se evoca otro atributo. Así, la evocación, tanto de forma como de conceptos, es un recurso potente del manejo del lenguaje. Y digo lo mismo: traigo ejemplos de carácter humorístico y sexual por ser los que se me vienen a la cabeza de inmediato, pero el recurso es igualmente potente en textos serios, poéticos o trascendentes.

     El otro ejemplo puede parecer una regla mnemotécnica, y lo es, pero fortuita, es la de los pronombres personales átonos. Ya sabemos que, a la hora de estudiar, cuando hay que recordar elementos, podemos coger sus iniciales y formar con ellas una palabra. Cada letra de esa palabra nos llevaría a cada concepto. Así es como en 8º de EGB nos estudiábamos los fonemas oclusivos sordos (petaca: /p/, /t/, /k/) y sonoros (bodega: /b/, /d/, /g/), los velares (cagajo: /k/, /g/, /x/), etc. 
     En las Ciencias Sociales y en las empresas se usan mucho. Si, encima, es de referencia sexual, más fácil de recordar. Tuve un compañero en Jerez de los Caballeros que le decía a los chicos que el verbo tenía T.A.M.P. ó N. (tampón), es decir, tiempo, aspecto, modo, número o persona. La "o" era porque las formas no personales no tenían persona ni número. No incluía la voz, porque en las tablas de memorización del paradigma solo aparece la voz activa (y porque se cargaba su regla, yo creo).

                                       


     Ahora, ¡qué difícil que los alumnos se aprendan los tipos de pronombres personales que hay! Bueno, cuando empiezan a estudiar los átonos pronto descubren por ellos mismos una regla muy gráfica: me, te, se, lo (o la), y lo que sigue solo es cuestión de eso, de seguir.

       

     No quiero terminar con ejemplos tan explícitamente verdes, y como el orden de los elementos en una emisión verbal, oral o escrita, es también importante en el manejo de la lengua, no vaya a ser que opere en mis lectores el efecto de recencia, acabaré con un caso en relación con el orden en la oración (y bien podría aparecer en algún artículo de lengua, más que de literatura, ya que últimamente estoy tratando mucho el cambio de orden de la misma palabra en una oración y sus efectos). Hablamos del hipérbaton. Sí, al hablar en ocasiones lo usamos, generalmente porque se nos había olvidado completar una unidad sintáctica y lo corregimos sobre la marcha, mientras aún estamos constuyendo la oración, o de manera involuntaria (pasa lo mismo con los anacolutos y, sobre todo, la aparente falta de concordancia). 
     Han pasado unos diítas desde que empecé este artículo. El sábado pasado, 07-02-2015, se enfrentaron en el Vicente Calderón el Atlético de Madrid y el Real Madrid. Escuchando la retransmisión de este partido de fútbol en Onda Cero, en el programa Radio Estadio, escuché esto: "Tarjeta para Mandzukic por mano justa". Se entiende perfectamente lo que quiere decir 'Tarjeta justa para Mandzukic'. El sustantivo tarjeta tiene aquí dos Adyacentes: "para Mandzukic" y "justa", pero el orden no es irrelevante porque mano también es femenino y si ponemos tras él el adjetivo justa, podría parecer que se refiere a mano y no a tarjeta

     Aquí, si se malentiende, es porque se quiere, porque se hace a propósito y nos resulta curioso: si la mano de Mandzukic fuera justa, querríamos que nos tocase con ella, y se empezaría a parecer al inefable Maradona, o al menos a su imagen paradójica, irreverente y blasfema. En Radio Estadio hay culteranos ocultos.




Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com

2 comentarios:

  1. hola, diculpe por la pregunta. Pero la rueda de chorizo, podría significar un polisindeton, verdad?

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    1. Cierto, a eso me refiero. Pero teniendo en cuenta que para mí un polisíndeton (figura literaria) es cuando suena bien, cuando está bien usado. La rueda de chorizo es más una crítica a aquellos que redactan todo el tiempo con "... y ... y ... y ..." y suena fatal.

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