CULTURA DEL ESFUERZO Y MOTIVACIÓN
Esto es así. Está demostrado científicamente y nuestra propia experiencia lo constata. Acuérdate, docente, de las Oposiciones, y mira cuál ha sido tu experiencia y la de otros compañeros. Lo que sucede es que, llevado al ámbito educativo, rápidamente muchos docentes lo simplifican a un indignado "hay que aprobar por la cara", y eso no es así. Una recompensa sin mediar un esfuerzo, un éxito fácil, no produce una sensación de éxito, y el alumno no lo valora. Lo que, en realidad, se nos pide a los docentes cuando desde la Pedagogía y la Psicología se nos insta a que miremos por esto de la sensación de éxito y fracaso no es que "aprobemos sin que el alumno haga apenas nada", por más que muchos, confundidos o claramente tendenciosos, no se cansen de repetir.
Estos, a los que se le llena la boca de decir cosas como que el motivo del fracaso escolar de los alumnos es que "no trabajan", "no estudian", "no se esfuerzan", y ya está (lo cual será cierto en unos sí y otros no y, además, es una simplificación que daña las inteligencias), creen ser paladines de la cultura del esfuerzo, cuando en realidad no lo fomentan en absoluto, si bien se mira. Suelen confundir, por otra parte, cantidad con calidad, y generalmente proponen como solución, si es que proponen, aumentar el caudal: aumentar el número de deberes (lo cual es contraproducente en muchos casos) y recomendar estudiar MÁS, no MEJOR. Y, sí, los hay que deben empezar por estudiar más, por atender más, por ejercitarse más. Si yo quisiera obviarlo, cuando a veces sí es el problema, el simplón ahora sería yo. Pero no siempre es así, casi nunca es así.
Esto del esfuerzo tiene que ver muchísimo con la motivación, pues nadie se esfuerza por el propio esfuerzo, en sí mismo, sino para que ese esfuerzo le sirva para alcanzar un fin. En Secundaria, muchos alumnos no observan ese fin, no lo desean o no están convencidos de él (no lo ven como propio y provechoso) y, a falta de motivación, falta de trabajo o trabajo no dirigido al aprendizaje, mecánico y sin cuidado. Por lo tanto, los docentes precursores de la cultura del esfuerzo son, lo sepan o no, precursores de la cultura de la motivación, o deberían serlo, a no ser que piensen que, por ciencia infusa, los alumnos adolescentes deben caer en la cuenta por sí mismos de que deben esforzarse y ya está. Es cierto, por otro lado, que la familia y la propia sociedad es un agente activo en todo esto, pero si el docente no cree que él mismo puede aportar algo, este docente estará desmotivado a su vez con respecto a esta parte de su tarea, y tenderá a desplazar toda la responsabilidad de este trabajo a otros (generalmente, al propio muchacho, manteniéndolo en un círculo vicioso de fracaso escolar). También es cierto que nosotros no debemos ser los responsables de la cuota que en esto, a veces, nos atribuyen, y es en parte lógico que pensemos que se nos presiona para aprobar sin que ese aprobado refleje una realidad. De ahí gran parte de la confusión. Una nota positiva o negativa que no tenga una correspondencia con factores cualitativos y cuantitativos evaluados según un criterio compartido por docente y alumno no sirve a ninguno de ellos. Ya hemos hecho notar que un alumno que conoce que su aprobado es un regalo no lo va a valorar y, por tanto, no le reportará sensación de éxito alguno.
De otra parte, en España se ha fomentado en exceso, bajo mi punto de vista, el refuerzo positivo y se ha casi proscrito el negativo. La ley del péndulo, tras tantos años de "la letra con sangre entra". Desde el punto de vista de la Psicología, los refuerzos negativos, bien usados, también son útiles, especialmente para el alumno introvertido. Aquí se echa en falta más Psicología Diferencial. Cada alumno tiene su personalidad y, por lo tanto, le funcionarán como reforzadores motivantes un tipo u otro, y le estimularán más un tipo u otro de actividades (e incluso me atrevo a decir que la manera de evaluar también). Como en nuestras aulas hay muchos alumnos, muy diversos, mi propuesta para una atención individualizada es la realización de actividades diversas en el aula, que a veces favorecerá a unos, y a veces a otros, lo cual está en consonancia con las Competencias Básicas, pues si a veces hay que poner en juego la creatividad, a veces la memoria, a veces cualquier otra habilidad cognitiva o afectiva, ponemos al alumnado ante problemas complejos: unos motivarán más a unos que a otros, por eso, creo, hay que combinar. Pero tampoco en exceso, pues si no el alumno va a tener sensación de descontrol, de no saber qué se va a encontrar. Elijamos reforzadores positivos y negativos, actividades de un tipo y de otro, e integrémoslas en un estilo docente único, con una metodología clara. Muy fácil decirlo; no tanto hacerlo. Pero creo que habría que intentarlo así.
Una persona con motivación de recompensa es la que se esfuerza por conseguir el resultado de un esfuerzo, el beneficio que le reporta, lo rentable que le sea. Hay personas con motivación de logro que valoran más trabajar en lo que les gusta aunque ganen menos dinero. Pues, al contrario, hay persona que lo que valoran de su trabajo es el dinero que pueden llegar a ganar, la recompensa. Cuando "amenazamos" con suspender (refuerzo negativo) o pretendemos estimular con un aprobado (refuerzo positivo) o un sobresaliente, por ejemplo, estamos dando por hecho, primero, que el alumno tiene motivación de recompensa, y este reforzador va a funcionar con él si es así, y, en segundo lugar, si el alumno tiene motivación de recompensa, estamos dando por hecho que le importa esa recompensa en concreto. Y en alumnos cuyo contexto familiar y social no valora los resultados académicos, o en cuyo esquema de valores no es tan importante el que aprueba frente al que suspende, este tipo de motivación, con refuerzo positivo o negativo, no vale de nada. Lo mismo digo de la "amenaza" con poner un Parte. Funciona con quien funciona.
Las personas con motivación de poder, o mejor de control, para no connotarla negativamente, son aquellas a las que les gusta, que necesitan, sentir y ser los que toman las decisiones y controlan a personas y situaciones. También, seguro, vamos a tener alumnos con este tipo de motivación, y hacerles sentir esta sensación (con determinado control por nuestra parte) puede fomentar que se esfuercen por la tarea propuesta.
NOTA: Los que han iniciado estudios de Psicología o carreras relacionadas no tendrán ninguna dificultad en recordar autores y bibliografía fundamental de los conceptos tan básicos que expongo aquí, de ahí que haya prescindido de hacer referencias eruditas y bibliográficas. Y, los que no, no creo que tengan mucho interés en que se las mencione. No estoy descubriendo la pólvora; expongo conceptos muy, muy básicos.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
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