SELECTIVIDAD
Opción B del Examen Reserva B de Septiembre 2013
POSIBLES SOLUCIONES PARA COTEJO
INTRODUCCIÓN: AL ALUMNADO CURIOSO
Estimado alumno, estimada alumna de alguno de mis Segundos del Curso 2013-2014:
Si verdaderamente has hecho por tu cuenta las Cuestiones 1-3 (lo contrario me sorprendería, no solo por lo obligatorio de la actividad, sino asimismo por tu insistencia en que debíamos hacer más Comentarios Críticos en clase), te ofrezco ahora posibles soluciones para que puedas cotejar tu trabajo con alguna referencia. Como probablemente no te hayas leído aún Los girasoles ciegos, debo anunciarte que. si eres tú uno de los elegidos para que le califique el trabajo, no tendré en cuenta la parte de contextualización, pero tú, por tu parte, tenlo en cuenta por si afrontas un fragmento de esta obra en Selectividad.
Un saludo a todos.
EL EXAMEN
OPCIÓN B
—El niño no volverá al colegio. Diles que está enfermo.
—Eso levantará aún más sospechas.
—Pero no podemos exigirle que soporte eternamente los acosos de ese fraile. Tenemos que cambiarle de colegio, o lo que sea.
—Los dos aguantaremos a ese untuoso, no te preocupes.
Cada mañana, las resistencias del niño a ir al colegio adquirían formas nuevas: unos días fingía una tos que le hacía vomitar el desayuno, otros un dolor insufrible de estómago le mantenía con la cabeza en las rodillas mientras su madre trataba de vestirle con dulzura, otros, sin más, lloraba dócilmente.
Sólo cuando la evidencia hacía inevitable el camino del colegio, abandonaba sus lamentos en favor de una resistencia pasiva que multiplicaba el tiempo necesario para dar un paso, para recibir un beso o guardar el cuaderno de tareas en la mochila de cuero.
Elena, ya en la puerta del colegio, empujaba suavemente a su hijo hacia el interior del patio y le susurraba al oído una frase cómplice:
—Tenemos que ser fuertes para ayudar a papá. Él nos necesita.
Después, permanecía junto a la valla del recinto hasta que un coro de voces infantiles comenzaba a cantar Montañas nevadas o cualquier otro himno patriótico. La rutina de lo oscuro comenzaba con la ternura de esas voces que ensalzaban epopeyas desconocidas con palabras ininteligibles para ellos. Eran los tiempos de lo incomprensible y nadie trataba de entender lo que ocurría.
ALBERTO MÉNDEZ: Los girasoles ciegos
Cuestiones
1. Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto. (Puntuación máxima: 1.5 puntos).
2. 2. a. Indique el tema del texto. (Puntuación máxima: 0.5 puntos). 2. b. Resuma el texto. (Puntuación máxima: 1 punto). 3. Realice un comentario crítico del contenido del texto. (Puntuación máxima: 3 puntos). 4. Indique la clase y la función de los pronombres señalados en el texto: les, nos, que y nadie. (Puntuación máxima: 2 puntos). 5. Exponga las principales características de género de la novela. (Puntuación máxima: 2 puntos).
LA PREGUNTA 1 RESUELTA
Lo primero que hay que entender es que este texto es susceptible de distintas divisiones. Propongo estas:
I. CLÁSICA ESTRUCTURA NARRATIVA: Dado que estamos ante un fragmento narrativo, ¿es posible dividirlo en Presentación, Nudo y Desenlace?
Esto es lo que, generalmente, suelen hacer los alumnos. No siempre es posible hacerlo, pero en este caso tiene cierta lógica. Así que presentamos la siguiente respuesta:
El texto presenta una estructura tripartita que concuerda con una estructura narrativa lineal.
Primera Parte: PRESENTACIÓN. Lo constituye el primer párrafo, el diálogo inicial (desde "-El niño no volverá ..." hasta "..., no te preocupes").
- Se sitúan los personajes principales (padre, madre y niño) y el antagonista (un cura); también el contexto espacial (un hogar, suponemos; un colegio).
- Se plantea la posibilidad de hacer que el niño no vaya al colegio, pero se descarta por sospechosa.
Segunda Parte: NUDO. Párrafos centrales (2º, 3º y 4º); desde "Cada mañana, las resistencias del niño..." hasta "Él nos necesita."
- Se plantea el conflicto de la resistencia del niño a ir al colegio: activa (fingimiento de enfermedades o llanto) o pasiva (ralentizando el tiempo de las acciones previas a la cita escolar).
Tercera Parte: DESENLACE. Último párrafo (desde "Después, permanecía junto a la valla ..." hasta "... nadie trataba de entender lo que ocurría").
- El niño acaba por entrar en el colegio, lo cual significaba también entrar en unos nuevos tiempos incomprensibles.
- La madre, igual que con su marido en la Presentación, anima al hijo a ir al colegio para no levantar sospechas, como una manera de ayudar a su padre.
II. ESTRUCTURA LÓGICA: Es posible observar otras estructuras igualmente plausibles. Existe una lógica de los acontecimientos similar a la deductiva (de lo general a lo particular). Partiendo de una tesis "El niño debe ir al colegio aunque hay problemas" vemos la siguiente secuencia: el diálogo inicial es muy general y abstracto (es una decisión): el padre no quiere que vaya al colegio pero la madre acaba por imponer la idea global de que el niño debe ir y esquivar el acoso del cura; en una segunda parte, de mayor nivel de concreción, el segundo párrafo, contradice esa opción con diferentes ejemplos de los fingimientos y lágrimas del niño para oponerse a ir al colegio, y el tercer párrafos son ejemplos de su resistencia pasiva; por último, el niño llega al colegio, en el más alto nivel de concreción, y entra en él, llevando a la práctica la tesis inicial. La última frase, no obstante, es muy general, la más general de todas.
LA PREGUNTA 2 RESUELTA
2.1. TEMA: Resistencia de Lorenzo para ir al colegio y conveniencia de hacerlo para no levantar sospechas.
2.2. RESUMEN: Lorenzo no quiere ir al colegio: su maestro, un cura, lo agobia. Sus padres debaten la opción de que no vaya, pero lo más conveniente es que lo haga, y Elena debe esforzarse para que su hijo acuda a la Escuela. Le recuerda que es una manera de ayudar a su padre.
LA PREGUNTA 3 RESUELTA
Alberto Méndez, un escritor contemporáneo (1941-2004) solo escribió Los girasoles ciegos, una colección de cuatro relatos ("derrotas") ambientadas en la Guerra Civil o, más bien, en su final y principio de la posguerra. Nuestro texto pertenece al último (Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos), un relato excepcional del que se ha rodado recientemente una película homónima, dirigida por José Luis Cuerda, con Maribel Verdú y Javier Cámara como actores principales.
La excepcionalidad de este relato se basa en el tratamiento de distintos elementos narrativos. Especialmente destaca la intriga, la manera en que Méndez nos lleva, poco a poco, a un desenlace en cierto modo predecible (es una derrota, al fin y al cabo) y lo hace de una manera multifocal, pues se nos presentan los hechos a través de tres narradores: el cura Salvador, que escribe una carta narrando lo que ha vivido a modo de confesión (se marca en cursiva); Lorenzo, el niño, que nos relata la historia desde sus recuerdos infantiles (se destaca en negrita); y un narrador omnisciente, que nos presenta los sucesos de manera más objetiva y los pensamientos y diálogos pertinentes (en letra redonda). Nuestro texto es un fragmento de este último tipo, con narrador omnisciente. Ricardo Mazo, el padre de Lorenzo, al que todos creen muerto en el asedio de Madrid, vive escondido en un armario. Esta situación marca la vida de Lorenzo, que debe relacionarse con los demás niños y adultos en el colegio y en el barrio fingiendo que su padre había muerto, en un nuevo régimen franquista, y en su casa siguiendo unas rígidas normas para que su padre no sea descubierto. Su madre, Elena, se encuentra discutiendo con Ricardo acerca de la conveniencia de que Lorenzo siga yendo al colegio. El maestro, el hermano Salvador, es un fanático del nuevo régimen y se ha fijado en Lorenzo, al que interroga a menudo sobre su vida familiar. Esto provoca que el niño no desee acudir al colegio (se siente acosado por él) y también que su padre proponga que no vuelva a esa escuela, pero Elena se opone pues eso podría levantar sospechas.
Es lógico que Ricardo, intelectual y activista de izquierdas, quiera evitarle ese mal trago a su hijo y, aunque es esa su preocupación, en el fondo sabemos que existe un motivo más poderoso para hacer que el niño no vuelva a ese colegio: el cura acabará, a la postre, por descubrir a Ricardo y llevarle a su muerte. Pero eso él, a esta altura del relato (podríamos considerarla aún la Presentación) no lo sabe ni puede siquiera sospecharlo. La opinión de Elena es más razonable, dado que una viuda que debe trabajar para sostener a su hijo con escasos recursos daría que hablar al barrio si fingen que Lorenzo está enfermo y el cambio de colegio se antoja bastante complicado. Deben seguir fingiendo, y el mayor esfuerzo por sostener este fingimiento debe realizarlo Lorenzo.
Este trata de evitar el momento de acudir al colegio fingiendo enfermedades o llorando, pero su madre, siempre cariñosa con él, le acaba por llevar allí. Lorenzo, tras los intentos por evitar ir a la escuela, va retrasando todos los gestos previos a pasar la verja (preparar la mochila, caminar, darle un beso a su madre, ...). Ella, a modo de consigna, le susurra, antes de empujarle para que entre, la necesidad de aguantar esta desagradable y peligrosa situación por su padre (que el lector aún no tiene del todo claro).
Elena siempre se queda mirando, desde la valla, a su hijo, un gesto propio de los padres que dejan a sus hijos en el colegio, pero que en este texto tiene otros dos valores relevantes. El primero, de tipo práctico con respecto a la trama, es que de igual modo el hermano Salvador la acabará por mirar a ella, lo que dará pie para que, creyéndola viuda, se acabe enamorando de ella y, por tanto, provocando el desenlace trágico. De otra parte, la madre no solo mira a su hijo, sino que también mira la nueva situación del país. La educación que va a recibir su hijo supone un aleccionamiento en unos ideales, una interpretación de la realidad y una religión obligada con la que ella no puede estar de acuerdo, pero tampoco manifestar su rechazo. Situados en 1942, no está demás recordar que tan solo dos años y poco antes, ella, su marido, sus vecinos, se encontraban resistiendo en Madrid contra los que ahora son las autoridades. Esta ideología, encarnada en una imagen idílica e idealizada de la historia de España desde el punto de vista de la Falange y el franquismo, se concreta en una educación muy distinta a la que Ricardo y ella misma le están dando a Lorenzo, si bien con cautela para no provocar en su mente contradicciones de difícil resolución. Las canciones que cantan los niños en el patio, como Montañas nevadas, de corte militar y de exaltación de un patriotismo fervoroso, tienen unas letras que los mismos niños no entienden ni pretenden entender: sencillamente las cantan, es lo que se debe hacer, y ya está. Tras el trauma de la guerra y el principio, muy duro, de la dictadura, lo último que hacen los ciudadanos es cuestionarse nada. Al contrario, se acepta la nueva situación en silencio, y nada más. Una situación muy parecida a la descrita por Orwell en 1984, donde todos son observados por el Gran Hermano y cualquier gesto de disgusto puede interpretarse como una deslealtad y llevar a la muerte. Y, aunque el escritor británico se refería más bien a un sistema opresivo de izquierdas en un hipotético futuro, lo cierto es que es el resultado y la situación de cualquier clase de dictadura. De hecho, en la España de la posguerra, sobre todo de los años 40, las delaciones eran frecuentes y llevaban al paredón y a las ejecuciones, tras torturas, a muchas personas, de una manera parecida a como Orwell detalla en su novela. De igual modo, precisamente el comportamiento un poco extraño del niño es el que, al fin y al cabo, llama la atención del religioso.
El texto es un fragmento importante, pues, por dos motivos: establece los objetivos de la familia (aguantar lo posible en el escondite y con un fingimiento difícil de sostener) y anticipa un final trágico a través de la resistencia de Lorenzo a acudir al lugar donde se encuentra el antagonista que llevará a la ruina a su familia. Y todo ello a pesar de encontrarnos al principio del relato. Así, la palabra clave que podría definir su contenido y sentido es "resistencia", que observamos en expresiones como Los dos aguantaremos a ese untuoso o Tenemos que ser fuertes para ayudar a papá. Una resistencia a la realidad de fuera de la casa a la que Lorenzo no quiere acudir (la otra "resistencia", la de ir al colegio). Con respecto al uso del lenguaje, la selección léxica y su uso ligeramente metafórico parece ser el rescurso más destacado, pues ante la dureza de la situación, que se expresa mediante los conceptos "resistencia" y "fingir", aparece por contraste lo suave y auténtico (lo humano) acudiendo al campo semántico de las sensaciones (sinestesias), en el trato de Elena hacia su hijo: ... mientras su madre trataba con dulzura, ... (línea 8), aunque pide que finja, o el tono de voz de los niños (la infancia misma), en ... con la ternura de esas voces ... (último párrafo).
También el término "padre" es muy importante. De una parte, Ricardo, el padre de Lorenzo, es el elemento disonante en la realidad del niño: es un padre que nadie debe saber que existe y que hay que presentar al mundo como muerto, y es por él por el que hay que sostener dos verdades, vivir en dos mundos (en casa y a oscuras, con su padre vivo; fuera o cuando hay visita, con su padre muerto, como si el armario donde se esconde fuese en cierto modo su ataúd). Pero, de otra parte, Salvador, además de padre en el sentido religioso, querrá abandonar su vocación para casarse con Elena y, por ello, transformarse en el nuevo padre de Lorenzo. Este choque entre padres reales y virtuales a la vez es la base de la historia.
De hecho, la construcción de un mundo dentro de otro, o en paralelo, se observa en la adjetivación elegida por Méndez en este fragmento. Porque el lenguaje es aparentemente objetivo en boca del narrador omnisciente, pero esto no es del todo cierto. El mismo narrador va valorando, sobre todo mediante adjetivos construidos con prefijos de negación in- o des-: inevitable el camino al colegio (como inevitable es vivir bajo el yugo del nuevo régimen); insufrible el dolor que fingía Lorenzo ante su madre para evitar ese camino; desconocidas eran las historias heroicas que cantaban con palabras que no podían comprender (ininteligibles), es decir, la nueva visión que se daba de la historia y del presente es parcial y falsa (de ahí lo de desconocidas, y también en el sentido de que los niños a partir de ahora no comprenderán de modo completo lo que había pasado en España de 1936 a 1939) y las palabras ininteligibles hacen referencia tanto al nuevo y pomposo vocabulario del triunfo como a que estas representan no más que palabrería propagandística sin que el mensaje real cale en ellos (ni en los niños, que en esos momentos no son más que niños, ni en la población de Madrid en 1942, que conocen la verdad aunque no hablen de ella).
Por eso, eran tiempos de lo incomprensible: porque nadie intenta comprender nada, sino tan solo vivir lo mejor que se pueda (de nuevo, nos acordamos de 1984). Esta valoración del narrador omnisiciente de los nuevos tiempos (principios del franquismo) como lo incomprensible encuentra antes su expresión en la rutina de lo oscuro: son tiempos de oscuridad, por cuanto se falsea o se oculta la realidad, y por lo que supone muerte y desgracia aún. La rutina de lo oscuro son todas las pautas que Lorenzo y el resto de niños realizan y repiten en el colegio, que los ciudadanos de Madrid hacen y dicen en las calles. Al terminar nuestro texto con la frase Eran los tiempos de lo incomprensible y nadie trataba de entender lo que ocurría el narrador muestra su subjetividad y nos define toda una época. Reina el miedo y la confusión, y lo mejor era no querer saber ni entender nada en una dictadura incipiente.
De una escena familiar hemos pasado a un axioma histórico expresado como una generalización. La lectura del fragmento nos lleva, irremediablemente, a apreciar la democracia como un espacio donde conocer y expresarnos en libertad, un bien que no todos en este mundo pueden disfrutar. Ahora bien, ¿deseamos conocer? La conciencia individual, así como el sistema educativo y la propia sociedad, deben llevarnos a usar las posibilidades que nos da una sociedad democrática como la nuestra para tener ideas propias, opinión, pensar y construir el pensamiento libre y razonado, dialogante y crítico. Si no, viviremos en otro tipo de oscuridad. El hecho de tener más libertad y el medios no es suficiente para que se desarrolle el pensamiento crítico, que no acepta porque sí las "verdades" que se lanzan en eslóganes y modas de consumo o de comportamiento, los "valores" que se propmocionan desde diferentes instancias.
Así, el fragmento y la obra nos dan a conocer y a sentir, en último término, las dificultades de una España de posguerra donde el fingimiento, la prudencia y el silencio eran muy necesarios para subsistir entre el miedo y las carencias materiales e intelectuales.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com/
Excelente. Me ha ayudado muchisimo. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias por este comentario. Me alegro de haberte podido servir de alguna ayuda. Un saludo y ánimo.
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