LA DOBLE PREPOSICIÓN EN ESPAÑOL: NUEVAS REFLEXIONES
José Alfonso Bolaños Luque


La sincronía no puede olvidar la diacronía, pues no son estudios independientes, sino complementarios. Como mínimo, se intersectan. A mí me siguen sorprendiendo unas palabras que una vez me dirigiera un querido compañero, hace ya años, negando la existencia de la doble preposición en español, pues tal cosa no encajaba con la lógica puramente morfosintáctica en la que él analizaba palabras y oraciones. No tiene sentido, luego no existe, era básicamente su razonamiento. Y me sorprendían porque, para empezar, no se le puede negar la existencia a una realidad que efectivamente existe porque no encaje en tus teorías (que explican casi todo, pero no todo), en tu taxonomía de la realidad disecada y llevada al laboratorio. La lengua culta, antigua y nueva, y la coloquial usan la doble preposición. Tu método es un instrumento para explorar esa realidad: deberemos, entonces, revisar la hipótesis. Ya lo comenté en otro artículo, y manifesté que el problema se encuentra en creernos que las preposiciones sirven para enlazar, para unir a otras unidades entre sí, en lugar de morfemas libres que son, que reflejan los casos latinos ya perdidos por nosotros (no perdidos, sino manifestados ahora así). Y aunque me queda explicarlo mejor, y con más apoyaturas, lo dejo de momento aquí.
Decía que la sincronía no puede olvidar la diacronía, porque en el proceso de formación de las lenguas romances, de nuestra lengua, en el proceso del latín al español, la doble y triple preposición están más que presentes. De hecho, el origen de algunas de nuestras actuales preposiciones son fusión de dos o más latinas: DE EX DE > desde, POR A > para, etc., casos de sobra conocidos. ¿Por qué voy a pensar que mi lengua está más hecha, más formada, que aquel latín vulgar con el que se comunicaban mis ancestros? ¿Cómo vamos a ignorar esto? Si este fenómeno de combinación de preposiciones y otros elementos estuvo, puede seguir de manera latente operando a modo de sustrato morfosintáctico. Obsérvese lo pródiga que es nuestra lengua en locuciones; que perdimos el so y el cabe porque tenemos el bajo y el debajo de, y el junto a y el al lado de; que aunque y porque son palabras, ¿y no para que, así que?
La doble preposición a por existe, vaya que si existe. Pues no es lo mismo decir Voy a ella (y ella es un lugar al que llego, aunque sea una persona), que Voy por ella (y entonces ella es mi causa, la motivación de que vaya allí), que Voy a por ella (y ahora ella es mi objetivo a conquistar con firme decisión). Con toda la misma lógica que el por a nos dio nuestro para de finalidad, ahora cambiado de orden aparece un a por, con referencia final. Porque ir para ella parece difícil de decir, no se percibe el matiz final (parece de destino, si es que se puede decir, como ir para allá). Así, uno puede ir a por todas, o puede ir a por los sacos, o puede venir a por sus cosas. Hay un verbo de movimiento, movimiento en el espacio (realmente vas a un lugar donde están los sacos, tus cosas) o metafórico, y de ahí, junto al verbo de movimiento, la a de destino. Y vas a ese lugar (real o virtual) con un propósito, con un fin, a cumplir con un objetivo (y, de este modo, cobra sentido por). Por supuesto, me apoyo en la semántica. Y no me avergüenzo.

El orden está claro: me muevo a un lugar, y allí cumplo mi tarea. Como en la explicación que dimos en la entrada anterior, con preposiciones de posición y movimiento, o como en la doble combinación de entre (Elige cinco lápices de entre los que tengo aquí), de tras (De tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo; Salmo 78:71) puedo observar el funcionamiento del morfema libre a junto al morfema libre por, como veo funcionando en famosas el morfema de género -a- por una parte y el de número -s junto a él. En todo caso, ya sea que consideremos que son dos preposiciones funcionando a la vez (a y por), ya sea que lo observemos como una locución prepositiva (a por), en los ejemplos antes citados:
Voy a ella. / Voy por ella. / Voy a por ella.
a, por y a por, respectivamente, junto con el pronombre ella, forman un sintagma preposicional o macrosintagma con diferente función en la oración (CCL, CCCau, CCF o algo parecido, no tengo claro que sea de finalidad exactamente), es decir, marcan caso, son morfemas que hacen que el (macro)sintagma cumpla una función diferente, y tengan distinto significado uno de otro.

No traigo aquí ejemplos porque tengo desperdigada toda una casuística tomada de la Biblia y otros textos en varias libretas a lo largo de varios años y debo tomarme mi tiempo para encontrarlos. No me parece adecuado en este caso echar mano meramente de mi competencia lingüística, porque estos ejemplos son aún más elocuentes de los que yo pudiera fabricar ahora. Próximamente dedicaré una entrada en este blog a observar dichos ejemplos.
Hasta entonces, páselo usted bien. Mis buenos deseos sean, y son, para contigo.

Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://www.bancodeimagenesgratis.com/
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