viernes, 11 de octubre de 2013

LA DOBLE PREPOSICIÓN EN ESPAÑOL: "A POR", "PARA CON"


LA DOBLE PREPOSICIÓN EN ESPAÑOL: NUEVAS REFLEXIONES

                                                                                                      José Alfonso Bolaños Luque

20 imágenes bonitas para ver, disfrutar y compartirSon ya varias entradas de este mi renovado blog dedicadas a los llamados nexos o enlaces del español, las preposiciones y las conjunciones. El último se proponía apuntar líneas de futuras investigaciones acerca de la doble preposición en español, y se centraba en los casos de más fácil comprensión, aquellos en los que la direccionalidad, la posición o el movimiento estaban presentes en su significado (pues existe la semántica de las preposiciones). Por entonces ya era sabedor de que los casos críticos, de especial discusión, se encontraban en otros usos distintos de la doble preposición, en especial tenía muy presente a por y para con. Voy a empezar a abordarlas ahora, de manera tímida, dubitativa, y haré la misma prevención que en los artículos anteriores. Que mi intención es plasmar reflexiones y pensamientos de carácter lingüístico a modo de preguntas al aire, y que en un futuro no muy lejano habré de acercarme a ellas con estudio de bibliografía y mayor conocimiento y nuevos argumentos. No defiendo, por tanto, ninguna tesis, sino que intento vislumbrar si tal vez podría plantear alguna en breve. Si este artículo, como los otros, me ayuda a materializar pensamientos desordenados y a mis lectores a reflexionar sobre estos temas, yo me doy, en principio, por más que satisfecho. Tal vez, quién sabe, descubra lo muy equivocado que estoy.
                                    
     La sincronía no puede olvidar la diacronía, pues no son estudios independientes, sino complementarios. Como mínimo, se intersectan. A mí me siguen sorprendiendo unas palabras que una vez me dirigiera un querido compañero, hace ya años, negando la existencia de la doble preposición en español, pues tal cosa no encajaba con la lógica puramente morfosintáctica en la que él analizaba palabras y oraciones. No tiene sentido, luego no existe, era básicamente su razonamiento. Y me sorprendían porque, para empezar, no se le puede negar la existencia a una realidad que efectivamente existe porque no encaje en tus teorías (que explican casi todo, pero no todo), en tu taxonomía de la realidad disecada y llevada al laboratorio. La lengua culta, antigua y nueva, y la coloquial usan la doble preposición. Tu método es un instrumento para explorar esa realidad: deberemos, entonces, revisar la hipótesis. Ya lo comenté en otro artículo, y manifesté que el problema se encuentra en creernos que las preposiciones sirven para enlazar, para unir a otras unidades entre sí, en lugar de morfemas libres que son, que reflejan los casos latinos ya perdidos por nosotros (no perdidos, sino manifestados ahora así). Y aunque me queda explicarlo mejor, y con más apoyaturas, lo dejo de momento aquí.
      Decía que la sincronía no puede olvidar la diacronía, porque en el proceso de formación de las lenguas romances, de nuestra lengua, en el proceso del latín al español, la doble y triple preposición están más que presentes. De hecho, el origen de algunas de nuestras actuales preposiciones son fusión de dos o más latinas: DE EX DE > desde, POR A > para, etc., casos de sobra conocidos. ¿Por qué voy a pensar que mi lengua está más hecha, más formada, que aquel latín vulgar con el que se comunicaban mis ancestros? ¿Cómo vamos a ignorar esto? Si este fenómeno de combinación de preposiciones y otros elementos estuvo, puede seguir de manera latente operando a modo de sustrato morfosintáctico. Obsérvese lo pródiga que es nuestra lengua en locuciones; que perdimos el so y el cabe porque tenemos el bajo y el debajo de, y el junto a y el al lado de; que aunque y porque son palabras, ¿y no para que, así que?
     La doble preposición a por existe, vaya que si existe. Pues no es lo mismo decir Voy a ella (y ella es un lugar al que llego, aunque sea una persona), que Voy por ella (y entonces ella es mi causa, la motivación de que vaya allí), que Voy a por ella (y ahora ella es mi objetivo a conquistar con firme decisión). Con toda la misma lógica que el por a nos dio nuestro para de finalidad, ahora cambiado de orden aparece un a por, con referencia final. Porque ir para ella parece difícil de decir, no se percibe el matiz final (parece de destino, si es que se puede decir, como ir para allá). Así, uno puede ir a por todas, o puede ir a por los sacos, o puede venir a por sus cosas. Hay un verbo de movimiento, movimiento en el espacio (realmente vas a un lugar donde están los sacos, tus cosas) o metafórico, y de ahí, junto al verbo de movimiento, la a de destino. Y vas a ese lugar (real o virtual) con un propósito, con un fin, a cumplir con un objetivo (y, de este modo, cobra sentido por). Por supuesto, me apoyo en la semántica. Y no me avergüenzo.
20 imágenes bonitas para ver, disfrutar y compartir     Ejemplos de ello los podemos aportar recurriendo a nuestra competencia lingüística simplemente; pero, como queda mejor dar ejemplos de otros, haremos referencia a la traducción al español de la novela de Orwell Coming up for air, de 1939. Aquí for es una preposición que indica finalidad, y que en otros casos traduciríamos por para. La traducción que se da para Coming up for air (ignoro si es una traducción propia que hace Fernando Galván en su Introducción para Austral de 1984 (p. 26), o, como seguramente será, se trata de la traducción lógica y "oficial" que se le otorga a esta obra en español) es Subiendo a por aire. Así que, el conjunto a por viene a ser una construcción donde a remarca la dirección del verbo de movimiento (que no deja de ser una intención vectorial, una finalidad de progresar hacia un punto final) y por señala la idea de aquello que se espera conseguir física (Bajo a por vino) o metafóricamente (Salgo a por dignidad).
       El orden está claro: me muevo a un lugar, y allí cumplo mi tarea. Como en la explicación que dimos en la entrada anterior, con preposiciones de posición y movimiento, o como en la doble combinación de entre (Elige cinco lápices de entre los que tengo aquí), de tras (De tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo; Salmo 78:71) puedo observar el funcionamiento del morfema libre a junto al morfema libre por, como veo funcionando en famosas el morfema de género -a- por una parte y el de número -s junto a él. En todo caso, ya sea que consideremos que son dos preposiciones funcionando a la vez (a y por), ya sea que lo observemos como una locución prepositiva (a por), en los ejemplos antes citados:

                 Voy a ella. / Voy por ella. / Voy a por ella.

a, por y a por, respectivamente, junto con el pronombre ella, forman un sintagma preposicional o macrosintagma con diferente función en la oración (CCL, CCCau, CCF o algo parecido, no tengo claro que sea de finalidad exactamente), es decir, marcan caso, son morfemas que hacen que el (macro)sintagma cumpla una función diferente, y tengan distinto significado uno de otro.
20 imágenes bonitas para ver, disfrutar y compartir        Para con es una doble preposición que desde pequeño tengo asumida, tal vez porque desde muy pronto leo la Biblia, y en ella aparece con cierta frecuencia. Suele indicar ser propicio, que favorece. Si Dios, la suerte, el respaldo de mis compañeros, la decisión del gobierno, ... es para con algo, por ejemplo, para conmigo, es que me apoya: está conmigo, a mi lado, y es para mí (obra a favor de mis propósitos). Y no es lo mismo decir la frase con para sólo, que con con sólo, que con para con. Aquí el verbo no es de movimiento, pero sí que probablemente será lo contrario, un verbo que remarca estatismo, tales como los verbos copulativos, y por tanto, igual que a se vinculaba al desplazamiento con los verbos de movimiento, aquí con recalca, como en un fotograma parado, el estatismo: un punto, por ejemplo yo, y junto a mí, conmigo, aquel que está apoyándome, acompañándome. Y el para, señalando, por su parte, ahora lo que debo recibir, como en frases del tipo Esto es para ti, con clara alusión a un cambio de pertenencia (posesivo) y a cierto movimiento también metafórico pero muy visual, que hace que algo pase de uno a otro (cambio de poseedor). 
     No traigo aquí ejemplos porque tengo desperdigada toda una casuística tomada de la Biblia y otros textos  en varias libretas a lo largo de varios años y debo tomarme mi tiempo para encontrarlos. No me parece adecuado en este caso echar mano meramente de mi competencia lingüística, porque estos ejemplos son aún más elocuentes de los que yo pudiera fabricar ahora. Próximamente dedicaré una entrada en este blog a observar dichos ejemplos.

     Hasta entonces, páselo usted bien. Mis buenos deseos sean, y son, para contigo.

       
                                

Texto: José Alfonso Bolaños Luque
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